La administración de Javier Milei cerró la semana con un dato sobresaliente, el riesgo país se ubicó por debajo de los 1.000 puntos básicos, lo que constituye una marca impensada hace un par de meses cuando los números de la economía argentina encadenaban un rosario de indicadores ultranegativos. Ahora el cuadro parece más equilibrado, al menos en la macroeconomía. En el ámbito doméstico la situación es todavía muy compleja y dista bastante del optimismo que reina en el mundo financiero donde sólo avizoran buenos negocios. La dualidad hace que el balance esté impregnado de claroscuros, al ciudadano de a pie no le va nada bien, mientras que a los operadores financieros la vida les sonríe y canta con las medidas del gobierno libertario.
Ahora bien, es importante dimensionar correctamente lo hasta aquí logrado. La caída del riesgo a los niveles más bajos de los últimos cinco años obedece especialmente a la certeza transmitida por el Gobierno argentino de que cumplirá con los pagos de deuda del año próximo. Los expertos destacan que, además de bajar el costo de vida, Javier Milei redujo a la mitad el índice elaborado por el JP Morgan, que superaba los 1.900 puntos en diciembre de 2023 cuando asumió. Subrayan, además, que el inicio de las medidas de ajuste del gasto público y la consolidación del equilibrio fiscal, logró que el indicador cayera paulatinamente.
El viaje de Caputo y su equipo a Estados Unidos, y la confirmación de que se arribó a una negociación con bancos internacionales, terminó de despejar el escenario financiero. También contribuyó el muy buen resultado del blanqueo de capitales y los desembolsos por unos US$8.800 millones que harán el Banco Mundial y el BID a lo largo del 2025.
El paso por Washington le permitió al ministro de Economía, Luis Caputo, tomar el pulso de lo ajustadas que vienen las elecciones en los Estados Unidos, donde Donald Trump y Kamala Harris compiten cabeza a cabeza para lograr los electores de estados clave como Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin.
Para la Argentina, esos comicios adquieren relevancia clave no sólo por lo que significa Estados Unidos para el alineamiento adoptado por Javier Milei con el bloque occidental, sino también por un hecho bien práctico. Se trata de la definición del nuevo gobierno en la primera potencia mundial, que tiene la principal participación en el directorio del FMI. Sin el visto bueno de Estados Unidos, el Fondo Monetario no puede tomar decisiones de importancia.
Así fue cuando el organismo multilateral decidió darle una suma multimillonaria de US$54.000 millones a la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri en 2018, para evitar una cesación de pagos. Fue el préstamo más grande de la historia del Fondo.
El entonces gobierno de Trump fue determinante para liberar semejante suma, a tal punto que durante una cumbre realizada en Washington en la que participó Macri, el republicano se hizo eco de la política argentina y arriesgó: «Ahora sí, no vuelven más», en alusión a que el kirchnerismo no volvería al poder tras semejante respaldo, lo cual fue celebrado en su momento por el presidente argentino. El pronóstico no se cumplió.
El encuentro con fondos de inversión y empresarios norteamericanos le permitió también a Caputo comprender que en este momento la Argentina está totalmente fuera del radar porque los dueños del dinero están mirando qué pasará con la inflación y la tasa de interés en un futuro gobierno de Trump o Harris.
La mirada que tienen en Estados Unidos es que una administración republicana podría preocuparse menos por el costo de vida que una demócrata, y que el republicano cerraría más la economía. En ese tablero poco importa la Argentina