A LA MEDIANOCHE Y EN EL INICIO DE LA FIESTA PATRONAL, EN EL ATRIO DE LA BASÍLICA TUVO LUGAR UN FESTIVAL MUSICAL COMO ANTESALA DE LA SALIDA DE LA VIRGEN PEREGRINA DE ITATÍ PARA EL TRADICIONAL SALUDO. EN TANTO, LA MISA CENTRAL FUE A ÚLTIMA HORA DE LA TARDE Y ESTUVO PRESIDIDA POR EL ARZOBISPO EMÉRITO DE CORRIENTES, MONSEÑOR ANDRÉS STANOVNIK, Y CULMINÓ CON LA TRADICIONAL PROCESIÓN DE ANTORCHAS.
Las campanas de la Basílica sonaron con fuerza en la madrugada del 9 de Julio y, al mismo tiempo, una emoción contenida brotó en cientos de gargantas. El cielo oscuro aún guardaba silencio, pero la plaza ya era un murmullo de oraciones, cantos y lágrimas. Así comenzó en Itatí la fiesta patronal en honor a su Virgen, que este año tendrá un significado aún más especial: se cumplen 125 años de su Coronación Pontificia.
En la esquina del altar móvil, una mujer de Misiones apretaba una foto contra el pecho. Vino caminando, como todos los años, para agradecerle a la Virgen un favor recibido. «Ella me salvó», decía, sin soltar la imagen. Como ella, miles llegaron desde distintas provincias para participar de este nuevo capítulo de una historia que se renueva cada julio, cuando Itatí se transforma en el corazón espiritual del Nordeste.
Desde la medianoche, la imagen peregrina de María fue recibida con guitarras, cantos y pañuelos al aire. El grupo Jopará puso música a una ceremonia cargada de simbolismo. También hubo lugar para el recuerdo: fue el primer saludo sin Mirno Bizarro, histórico animador de la Virgen, cuya ausencia se sintió con fuerza entre los feligreses.
El Día de la Virgen de Itatí coincide con una fecha patria: el 9 de Julio. Por eso, el Himno Nacional sonó fuerte frente al santuario, en una plaza repleta de fieles que, en un mismo gesto, rindieron honor a la Virgen y a la Patria. «Ella es madre de todos, sin distinciones», repitió el padre Porfirio Ramírez, rector del santuario, durante el saludo litúrgico.
Al amanecer, la Basílica abrió sus puertas para recibir a los peregrinos que aún seguían llegando. A pie, en bicicleta, en colectivos o a caballo, los caminos confluyeron en el mismo destino: rendir homenaje a la Virgen Morena.
A las 10, la misa central congregó a miles frente al templo. Participaron autoridades eclesiásticas, delegaciones escolares, agrupaciones tradicionalistas y cientos de familias. Fue un momento de recogimiento, donde la fe y la emoción se hicieron cuerpo en una oración colectiva.
La fiesta continuó durante toda la jornada. Por la tarde, la tradicional procesión recorrió las calles del pueblo, con la imagen de la Virgen llevada en andas, escoltada por custodios y seguida por una multitud que rezó, cantó y agradeció, como cada 9 de Julio.
PREPARACIÓN
Pero esta vez, la celebración no termina en el día litúrgico. La comunidad de Itatí vive una preparación especial para el 16 de Julio, cuando se cumplan 125 años de la Coronación Pontificia. Esa fecha, que recuerda el gesto del papa León XIII en 1900, es uno de los momentos más esperados por los fieles. Se estima que más de 900.000 personas llegarán para participar en la misa y los actos conmemorativos.
Los preparativos para ese gran día ya están en marcha. La Basílica será engalanada, y las misas solemnes se sucederán durante toda la jornada. La última novena, iniciada días atrás, fue también parte de esta antesala espiritual: nueve días de oración y reflexión que convocaron a la comunidad a meditar sobre el papel de María en la vida de los creyentes.
Además de los actos religiosos, Itatí se vistió de fiesta con música, danza y tradición. En la víspera, la noche del 8, artistas locales y el ballet folclórico animaron la vigilia con un espectáculo que unió generaciones. «Es una alegría ver cómo el pueblo responde con tanto amor», expresó el secretario de Cultura local, Alberto Castillo.
Para resguardar la integridad de los asistentes, las autoridades provinciales y municipales pusieron en marcha un operativo especial. Hay puestos de hidratación, asistencia médica, control policial y desvíos de tránsito para facilitar el acceso.
En los rostros de los niños, que desde pequeños aprenden a rezarle a la Virgen, en las velas encendidas al pie del altar, en las miradas perdidas en el cielo o en el gesto callado de un abrazo entre peregrinos, se resume el espíritu de esta fiesta: una fe que atraviesa generaciones, una devoción que no se agota y un pueblo que cada julio vuelve a su raíz.
Porque Itatí no es sólo un lugar. Es un encuentro. Es una promesa que se renueva cada año. Es una madre que espera.s