Como los riesgos son diversos, el conocimiento y la atención para reconocer estas potenciales amenazas no solo corre por cuenta de los padres, también aquellos profesionales que comparten con los más chicos largas jornadas en la escuela. Incluso las autoridades tienen un rol que cumplir en la protección regulatoria del mundo digital.
Por lo tanto, varios especialistas concuerdan en que existen cinco amenazas digitales para los menores y que pueden ser fáciles de identificar.
Grooming
La práctica quizás más antigua de la lista. Su denominación, según los especialistas en informática, refiere a la acción de un adulto de establecer una relación con un menor a través de internet con el objetivo de ganar su confianza para luego sacar provecho de forma sexual, a través de acosos y abusos.
Desde 2013 se lo considera como delito penal bajo el artículo 131. La norma establece una pena de prisión de seis meses a cuatro años para quien “contactare a una persona menor de edad con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma”.
Según un informe reciente de la organización no gubernamental Grooming Argentina, la mayoría de los niños están expuestos a posibles ataques sexuales en línea debido al excesivo tiempo que pasan por día ante las pantallas.
La ONG también alerta sobre cómo la Inteligencia Artificial puede ser una herramienta más para el delincuente, quien ahora ya puede fabricar y programar material de forma hiperrealista.
La última encuesta realizada en el país arrojó que 5 de cada 10 niños y niñas de entre 9 y 13 años hablan con alguien desconocido. A su vez, los chicos de entre 9 y 17 años pasan un promedio de 6 horas diarias con las pantallas en al menos 3 redes sociales; Instagram, TikTok y WhatsApp.
Sharenting
El sharenting aparece como una práctica más reciente, que es la de compartir excesivamente información sobre los hijos en las redes sociales. Aunque puede parecer inofensivo, esta amenaza expone a los menores a riesgos de privacidad y seguridad, incluida la posibilidad de que su información sea utilizada por personas malintencionadas.
Los expertos utilizan también el término Oversharing (compartir en exceso), representando un aumento en los niveles de sobreexposición y, en consecuencia, en los niveles de vulnerabilidad. En Estados Unidos, el 92% de los niños y niñas menores de 2 años, ya tienen asumida una identidad digital creada por parte de sus padres y madres.
En este particular, los padres juegan un papel fundamental a la hora de la creación de perfiles en las redes. Se hace incluso con bebés. Lo más recomendable es evitar dar datos sobre ellos: ni nombre, ni mucho menos apellidos, ni detalles sobre su vida como la edad o fecha de cumpleaños, ni tampoco su localización.
A corto y mediano plazo, la sobreexposición de las infancias en redes sociales por parte de los adultos puede tener consecuencias psicológicas, financieras y de seguridad.
Ciberbullying
Otra de las amenazas que más se puso de moda es el ciberbullying, que implica el uso de tecnología como método de burla en menores. Pero la burla es sólo el primer paso, su utilización deriva en acosos, intimidaciones y humillaciones.
Así como el bullying se popularizó en los colegios y fue invisibilizado durante mucho tiempo, en la actualidad esa práctica se traslada directamente a las pantallas de los celulares.
Una manera habitual de la propagación de esta amenaza se gesta en sitios online donde los menores escriben mensajes de odio y amenazas sobre otros adolescentes, que terminan llevando a consecuencias dramáticas y psicológicas.
Apuestas ilegales
Lleva cada vez mayores preocupaciones a los hogares. Algunos expertos lo llaman epidemia silenciosa. Se trata del acceso de menores al juego online, un sector en auge en tiempos de digitalización masiva.
Tanto el casino como las apuestas se trasladaron a los móviles, y la única forma de frenarlo es a través de sitios legales y un fuerte control estatal.
Un dato clave a destacar en el mundo de las apuestas es que en las plataformas legales, sujetas a estrictas regulaciones del Estado, los menores no pueden apostar porque se les pide identificación. Es por eso que son los sitios ilegales el terreno fértil para que los menores apuesten, donde no se solicita ningún dato de identificación.
Las plataformas legales, que se identifican con el dominio bet.ar, verifican a través de datos biométricos y en asociación con RENAPER, si lo ingresado en el formulario de registro es realmente el DNI de una persona mayor de 18 años. A partir de allí, el rol de los padres es evitar el uso de sus identificaciones para crear cuentas falsas.
En el caso de las ilegales, ahí sólo queda la búsqueda de una regulación más severa. Guillermo Gabella, Director de Asuntos Públicos del Grupo Boldt y ex presidente de A.L.A.J.A (Asociación Latinoamericana de Juegos de Azar), señala que «la única manera de prevenir la ludopatía infantil es con la regulación al sector, un control férreo sobre el juego ilegal y una clara información y difusión sobre cuáles son los sitios legales donde no hay lugar para menores».
Contenido inapropiado
Por último, pero no menos importante, es el acceso a contenido inapropiado en línea, como violencia, pornografía o discursos de odio. Esto puede tener un impacto negativo en el desarrollo emocional y psicológico de los menores.
En este caso es fundamental la supervición de cerca la actividad en internet de sus hijos y utilicen herramientas de control parental para protegerlos de este tipo de contenido, que incluso puede difundirse a través de redes sociales.
El problema también puede ser que muchos niños se resisten a admitir lo que visualizan, se sienten avergonzados. Es probable que las estadísticas reales sean superiores a los datos comunicados.
Según las investigaciones llevadas a cabo por eSafety, empresa de consultoría de seguridad digital, una elevada proporción de niños australianos de entre 12 y 17 años han visto contenidos inapropiados. Lo más habitual está relacionado con violencia real perturbadora, imágenes y videos sexuales y promoción del terrorismo.
Proteger a los menores de las amenazas digitales requiere una combinación de educación, supervisión y regulación. Es responsabilidad de todos, desde padres y educadores hasta autoridades gubernamentales y empresas tecnológicas, la construcción de un entorno en línea seguro y saludable para los menores.