A diferencia de los tiempos en que los docentes y los alumnos dependían de un teléfono celular para poder conectarse y estudiar, y en los que los dispositivos móviles se convirtieron en un elemento fundamental para que niños, jóvenes y adultos pudieran continuar con sus actividades habituales, hoy la realidad es totalmente diferente. Los adultos utilizan distintos métodos para alejar a los niños y adolescentes de los teléfonos celulares. No pasó tanto tiempo de una situación a la otra. Solo cuatro años. La primera se dio durante la pandemia de la covid-19 (2020).
Hoy el desafío está en «educar a los chicos en el uso de los teléfonos», explicó Mario Mario Accorsi, director del colegio Los Molinos de Buenos Aires, establecimiento educativo que prohibió que los estudiantes utilicen sus dispositivos mientras están en el edificio. Ni siquiera pueden tomarlo en los recreos. Si lo hacen, les quitan el aparato y los padres los tienen que retirar. Esta decisión solo fue posible llevarla adelante -aclara- con la anuencia de los padres. Ante el grave problema de la falta de concentración que manifestaban los estudiantes, a lo que se sumaba grabaciones de todo tipo, incluso exposición de los docentes, que luego se subían a las redes sociales, los directivos hicieron un trabajo con los docentes primero, con los tutores luego, y finalmente los alumnos debieron entregar o apagar sus aparatos una vez que ingresaban a la institución. «Fue la única manera. Sin el consentimiento de los adultos hubiera sido imposible porque los chicos hubieran tenido un plan B. Hoy no lo tienen», señala Accorsi.
Falta de concentración, ansiedad, depresión, que en muchos casos termina en suicidio, son solo algunos efectos que causa el uso prolongado y no cuidado de los teléfonos celulares en los niños y adolescentes.
«No se trata de un problema de Argentina, sino a nivel mundial. En muchos países del mundo están prohibiendo el uso de estos aparatos en menores de 16 años», precisó la médica psiquiatra Silvia Bentolila, a Canal 5TV. «Sus consecuencias sobre la salud mental son alarmantes, ya que aumentan los casos de depresión y adicción, en algunos casos de forma severa», dijo y agregó que no hay que perder de vista que cuando se cae en una adicción es muy difícil salir de ella y seguir adelante.
«Es un problema grave porque afecta a los jóvenes neurobiológicamente. Las pantallas confunden al cerebro y producen alteraciones severas del sueño, lo que repercute directamente en el rendimiento escolar, la concentración y la memoria de los niños. Esta situación se agrava cuando las horas de descanso se ven reducidas y por ende, tenemos que hablar de severos trastornos en la salud mental de los más jóvenes».
Uno de los aspectos más dañinos desde el punto de vista de la psiquiatra es el impacto de las redes sociales, donde los usuarios, especialmente los adolescentes, se comparan constantemente con vidas «ideales». «Los influencers solo muestran cosas lindas. Incluso, las personas con cuadros de depresión se preparan para aparecer bien en las redes y mostrar un mundo color de rosa inexistente».
Ambos profesionales coincidieron en que, si bien el problema es reciente, crece a pasos agigantados y es fundamental pensar en soluciones y estrategias para abordarlo. «Está probado científicamente que estar mucho tiempo conectado hace daño», afirmaron. «Hay que fomentar la educación digital en las escuelas, enseñando a los jóvenes cómo hacer un buen uso de los dispositivos y cómo identificar contenidos de calidad. Para ello, es importante que las familias se involucren», explicó Bentolila.
El informe de la Sociedad Argentina de Pediatría señala que solo un pequeño porcentaje de los niños menores de 5 años cumple con las pautas recomendadas de tiempo frente a la pantalla.s
LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES INTERACTÚAN CADA VEZ MENOS.
Recomendaciones
Silvia Bentolila, médica psiquiatra, destacó que los padres tienen que ser conscientes de las afecciones que pueden traer en niños y adolescentes el uso indiscriminado de las pantallas. Incluso en los adultos. «Hay un horario en la noche en que deberíamos cortar toda conexión con los dispositivos, porque nos cuesta dormir. Es necesario aprender a poner y ponernos límites. Los límites son un ejemplo de cuidado y de amor al otro y a nosotros mismos. Es para cuidar, no para restringir libertades», aclaró. Hoy los niños y adolescentes no solo se enfrentan a las redes sociales y todo lo que ello implica, sino que apareció un nuevo riesgo que son las apuestas y con ello la ludopatía. «Antes un chico tenía que ir al casino para apostar. Hoy, con los celulares, tienen casinos online al alcance de la mano», finalizó. s
Sociedad de Pediatría
El informe de la Sociedad Argentina de Pediatría señala que solo una minoría de los niños menores de 5 años cumple con las pautas recomendadas de tiempo frente a la pantalla. Esto resalta la necesidad urgente de apoyar a las familias en la implementación de límites saludables. Para ello, los padres deben entender que deben trabajar de manera conjunta con los educadores para evitar mayores riesgos.