Amir González, de 10 años y tercera generación de carnavaleros, revolucionó Gualeguaychú luego de debutar bailando en la comparsa Papelitos con saltos y pasos de samba, y cada sábado lo alienta desde la tribuna su abuela Marcela Faiad, coordinadora de comparsas durante 16 años, para quien todas la familias de la ciudad «engendran carnaval».«Sentí Alegría. Casi lloro de la emoción», dice Amir, de 10 años, al recordar la noche en que este verano debutó bailando arriba de una carroza adicional a las dos que compiten y sirve para destacar a un integrante de la comparsa.
«Me sorprendí porque la gente se paraba para aplaudirme. Dije: ‘¡No lo puedo creer! Voy a hacer lo mismo todas las noches’ «, contó el niño a Télam en el galpón donde funcionan los talleres de la comparsa Papelitos.
A unas tres cuadras del corsódromo donde cada sábado es ovacionado por el público, Amir camina entre carrozas de 10 metros de altura y aseguró que «tenía ganas de salir en el carnaval con un traje. Era mi sueño«.
«Cuando el director de la comparsa (Juan Villagra) me invitó a salir me quedé duro», relató Amir y abrió bien grande su boca con un gesto de asombro.
La primera vez que participó del Carnaval del País fue cuando tenía tres años y salió en la batucada de la comparsa Kamarr tocando la caseta, un tambor de mano para samba. Pero su sueño era bailar.
«En 2016, cuando salieron los malandros, le dije a mi mamá: – quiero bailar eso», recordó Amir y explicó que el malandro es un estilo de samba más callejero y masculino que viene de Brasil.
Desde entonces, tomó clases personalizadas con el único profesor que enseña ese estilo en Gualeguaychú y pasa horas viendo videos de la escuela de samba Salgueiro de Río de Janeiro.
«Puedo estar un día entero mirando en YouTube», contó y aseguró que ahora sueña con bailar en Salgueiro.
Para hacer las fotos que acompañan esta nota, Amir eligió treparse a la carroza de árbol en la que desfila por los 500 metros del corsódromo, mientras que su hermano Karim, de 5, corría alrededor y dijo que él también quiere salir en el carnaval.
Amir interpreta al león más joven de Papelitos, que este año presenta una temática que pretende liberar las ganas de soñar a partir de la historia de un niño curioso llamado León que tenía el don de dar vida a los cuentos que leía en la biblioteca.
«Me sorprendí porque la gente se paraba para aplaudirme. Dije: ‘¡No lo puedo creer! Voy a hacer lo mismo todas las noches'».Amir González
Su traje es una remera con rayas celeste y blancas, en honor a los colores de la comparsa, una capa con un cuello de peluche que imita la melena del león y un short bordo con tiradores. La capa está húmeda porque todo el vestuario se lava después de cada noche de carnaval.
«¿Bailo?», pregunta Amir desde la base del árbol y entonces sus piernas flaquitas se encienden. Samba flexionando las rodillas, da saltos y hace cruces rapidísimos con los pies que hacen vibrar toda la carroza. Termina la secuencia con una pose y suelta una sonrisa. Y todo eso en diez segundos.
Después, se acomoda el tocado con plumas y peluche que lleva en la cabeza. «Es pesado», comentó y sugirió al fotógrafo de Télam cómo retratarlo.
Durante el desfile, Amir siguió las coreografías de la comparsa y realizó una presentación aparte que armó él solo.
«Quiero ser profesor de malandro y samba. Si no puedo hacer danza, voy a jugar al fútbol», aseguró el niño que en sus redes sociales se define como carnavalero de cuna.
Tres generaciones de carnavaleros
Es que su pasión por el carnaval la heredó de familia. Es hijo de Nahir Medina Faiad, destacada bailarina gualeguaychuense que también desfila en el carnaval, y nieto de Marcela Faiad, quien fue coordinadora de la comparsa Kamarr durante dieciséis años.
«Yo arranqué de más chica que Amir, a los seis», dijo a Télam su mamá, de 31, que dirige una escuela de danzas y baila en la comparsa Papelitos con un traje de pirata.
Aunque advierte: «Me parece que ya me voy a retirar. Amir me dijo: ‘ma, ya tenés que darle paso a las nuevas generaciones».
En su trayectoria por el carnaval, Nahir cosechó títulos como mejor pasista y mejor portabanderas con la comparsa Kamarr, además de haber sido coreógrafa de O´Bahía.
«No me imagino un verano sin carnaval; el de la pandemia fue tremendo. Desde que nací estoy metida en la comparsa con mami», añadió.
La mamá de Nahir y abuela de Amir es Marcela Faiad, que empezó bailando en los corsos de barrio a los quince años y hoy es secretaria del Centro Sirio Libanés que patrocina la comparsa Kamarr.
«La fiesta nos pone igual a todos», resaltó el modisto ‘Juancho’ Martínez, pionero del carnaval que en tiempos de la dictadura se atrevió a salir en la murga vestido de mujer en Gualeguaychú
✍ Milagros Alonso, enviada especial
📷 Daniel Dabove
pic.twitter.com/EikXucAWLp— Agencia Télam (@AgenciaTelam) February 13, 2023
También trabajó en los diferente procesos creativos de llevar la comparsa a la pasarela y fue coordinadora general de Kamarr durante dieciséis años. Sin embargo, la experiencia de desfilar en el corsódromo la vivió recién el año pasado.
«A mi edad, volví a desfilar porque la comparsa Kamarr hacía una temática árabe que tenía que ver con la colectividad y era un homenaje a mi propia familia», explicó Marcela, de 54 años, quien también es guía del Museo del Carnaval, el único del país dedicado a esta temática.
Y agregó que «cuando el carnaval se hacía en circuitos callejeros se estaba más cerca del público; el ida y vuelta era más directo. Pero la pasarela del corsódromo tiene una magia especial que te atrapa y crees que estás en el Disney del carnaval».
Esa mística se potencia en el fin de semana largo de carnaval, cuando las comparsas van a desfilar sábado, domingo y lunes, y en Gualeguaychú esperan recibir la mayor afluencia turística de la temporada.
«Son tres días que se viven con una adrenalina impresionante. Cuando cada comparsa vuelve a sus búnkers hay que organizar todo para el día siguiente. Hay que lavar los trajes porque están muy transpirados y lo que no se puede lavar se airea», dijo Marcela.
Nahir, por su parte, da cuenta del esfuerzo que hacen todos los bailarines: «El lunes ya tenés todos los pies ampollados. Son días en que dormimos poco. Te levantás, te bañás y ya tenés que venir a la comparsa para maquillarte, peinarte y volver a desfilar».
Amir interrumpió a su madre y le preguntó: «¿Falta mucho para el sábado? ¡Ya quiero salir!».
Para cada noche de carnaval, Amir prepara su bolso con perfume y desodorante. «También le tiene que combinar toda la ropa y las zapatillas», reveló Nahir.
Consultadas sobre qué sienten cuando ven a Amir desfilar, Marcela aseguró entre risas que está «en los genes, no podía fallar. Y lo que más me gusta es verlo disfrutar a él. Se vive muy pasional el carnaval en nuestra ciudad. Forma parte de nuestra identidad y es cotidiano para nosotros», agregó.
«Acá, se va transmitiendo de generación en generación y de familia en familia. Nosotros engendramos carnaval», concluyó.