“Es la primera vez que estoy proponiendo algo que me define como persona”


Femi Vos me mets un riff de guitarra o un bajo medio podrido y a m se me prende fuego algo Foto Flor Downes
Femi: «Vos me metés un riff de guitarra o un bajo medio podrido y a mí se me prende fuego algo». / Foto: Flor Downes

La cantante y compositora neuquina Agnes Simón, bajo su alias artístico Femi, recupera su estirpe rockera acuñada durante su adolescencia en las calles de Zapala con su álbum debut “Cultura Famélica”, que presentará oficialmente el 2 de marzo en el porteño centro cultural La Tangente (Honduras 5317), y en el que despega definitivamente de su pasado en el R&B y los sonidos urbanos que la consagraron entonces como una de las revelaciones más frescas de la escena argentina mucho antes su explosión y voraz congregación de masas, para liderar su nueva etapa musical “más a tono” con su “mensaje y persona”.Con una obra que esquiva la corrección política y pone en valor a la provocación bien entendida, Femi cierra cuatro años de búsqueda y materializa aquello que había empezado a encontrar en singles como “Sit Down”, “Mediocre” y “Matar”, ahora reivindicando al extremo de los márgenes de su música el implacable poder de la guitarra y la distorsión para emerger renovada: “Vos me metés un riff de guitarra o un bajo medio podrido y a mí se me prende fuego algo. Antes me pasaba que yo al rock lo tenía como muy sacralizado. Tenía un excesivo respeto por una música que yo sentía que era para los músicos que saben, para egresados de escuelas de música”, señaló.

“Me había clasificado a mí como la que hacía humor con música o R&B para tener sexo. Ya me había cerrado a pensar que ese era mi aporte a la música. Hoy me pasa que quiero mucho esos temas pero que no me definen. Un amigo me dijo una vez que cuando escuchaba mi música no me veía a mí. Y ese era el problema. ¿Y qué es lo que pasaba? Que el R&B me encanta escucharlo, me gusta hacerlo, pero no me despierta cosas y no me hace sentir alineada conmigo misma”, señaló.

En diálogo con Télam, Femi rememoró aquellos comienzos en la música en los que subía videos a las redes sociales compartiendo barras improvisadas antes de su desembarco definitivo en la música siguiendo los pasos de una referente como la estadounidense Sabrina Claudio: “A mí me gustaba cantar y quería hacer algo con voces más melódicas, y entré por ese lado. También pasaba que cuando yo hacía videos rapeando o más mala onda, la gente me decía que no porque era una mina. Yo lo que sentía era que ofendía a personas”.

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“A mí me gustaba cantar y quería hacer algo con voces más melódicas, y entré por ese lado», asegura. / Foto: Flor Downes

“A mí me gustaba pero en el fondo era como que no me gustaba sentir que ofendía a todo el mundo. Yo quería ganarme el corazón de la gente entonces yo apuntaba hacia lo que no molestara a nadie. Entonces me quedé ahí”, definió sobre una etapa en la que sembró canciones como “Yasé” y “Pajaritos” que propagaron su nombre en el circuito, pero asegura haber dejado atrás tras su paso por el Teatro San Martín: “Hoy me siento muy desconectada de los temas anteriores. Además, no tengo una capacidad actoral muy grande. Yo dejo de conectar y dejo de conectar, me fui y no hay chance. No tengo ni ganas ni resto para cantar esos temas. Me parte el corazón pero es lo que me pasa”.

Acerca del panorama musical, con el hip-hop saltando a los estadios de la mano de Duki, y el arte como plataforma para abordar realidades sociales y cambios de época, la artista que supo servir como “reportera gráfica” de la ola feminista que colmaba las plazas para pelear por el aborto seguro, legal y gratuito, reflexionó: “Si vas a hacer hip-hop y no vas a hablar de política o responder a nada de lo que pasa en tu entorno entonces ¿de qué mierda hablas? Porque el hip-hop era eso. Y hoy en día hay mucho rapero, mucha persona ocupando espacios, pero solamente hablando de sus zapatillas y sus cadenas y sus cosas. Y estaría buenísimo que respeten un poco la cultura a la cual representan. Al final, hay mucha decisión estética en la música y muy poco espíritu contestatario”.

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«A mí me gusta mucho el jazz. Fue una de mis primeras aproximaciones a la música», reflexiona. / Foto: Flor Downes

-¿Hacer este disco te transformó de alguna manera a nivel personal y artístico?

-Sí, antes sentía que la música era sólo para los músicos y esto cambió radicalmente con este disco. Es la primera vez que estoy orgullosa de un trabajo y digo ‘che, loco, está bueno lo que hago’. Nunca antes me la creí tanto y, de hecho, me perdí muchas oportunidades como estar en algunos festivales y otras cosas porque yo pensaba que no podía estar en tal line-up porque todavía me faltaba muchísimo. Yo siempre me tiraba abajo; pobre mi manager. Mi primera respuesta a todo era simplemente decir que no; también porque me parecía muy doloroso para otras bandas o proyectos que estaban desde hace mucho tiempo y podían ver que una persona de turno con dos canciones sacadas de repente estaba ocupando un lugar en un festival mega. Ahora, con este disco, yo me la banco a los tiros. Estoy muy orgullosa del material y siento que pega el audio con el video. Es la primera vez que estoy proponiendo algo que me define como persona.

-Dentro de esa estirpe rockera que trae el disco, hay de golpe un paréntesis con una canción que se llama “Chabón Naturaleza”

-A mí me gusta mucho el jazz. Fue una de mis primeras aproximaciones a la música: en los noventas y principios del 2000 las series de comedia tenían cortinas de jazz. Hay incluso un sampleo de “¡Oye Arnold!” en “Motherfucker”, que es un tema muy delirante y donde yo quería dejar en claro que el amor por el jazz a veces puede venir de un dibujo animado. En este disco, el ‘sampleo’ en este disco es citar ciertas fuentes y decirle a la gente ‘che, si esto es lo que tenés a mano, hacelo con eso que está perfecto’. “Chabón Naturaleza” es en realidad un cover de “Nature Boy” (de Nat King Cole) del que se hicieron muchas versiones. Yo quería versionarlo como si lo hubiese hecho el Pity Álvarez. Amo el jazz, pero quería hacer una versión rioplatense y tanguera. Faltarle un poco el respeto, pero a la vez que fuera digerible para nosotros porque siento que siempre estamos chupándole el culo a la música que viene de afuera. Nos encanta, pero en este caso fue más bien hacer la nuestra y pasarla por un prisma de mate y bizcochitos Don Satur. Esa es un poco mi militancia en la música: yo pronuncio todas las erres y las jotas, porque me gusta que suene bien de acá y que se note. Me gusta proponer algo que no sea difuso a nivel de identidad sonora y que cualquiera note que soy una artista esquizofrénica de Argentina.

Acerca de Cultura femlica asegura que Estoy muy orgullosa del material y siento que pega el audio con el video Foto Flor Downes
Acerca de «Cultura femélica» asegura que «Estoy muy orgullosa del material y siento que pega el audio con el video». / Foto: Flor Downes

-¿Cuál es la historia detrás de “Criatura Feral”, donde hay una voz en off de alguien muy popular que encarna un personaje bastante despreciable de la industria musical?

-Tengo ganas de mantener el misterio, a ver si la gente adivina quién es. Es una crítica a la industria, pero a la vez está inspirada en alguien, en un productor muy importante que a me escribía en su momento y que a mí me generaba mucha ilusión porque yo soy muy fanática de la música. Cuando me escribe este productor increíble, que trabajó con grosos ídolos, yo estaba re ilusionada, pero al final era un tipo que me quería voltear porque yo era chiquita y se dio cuenta de que nunca iba a ir por ahí y yo medio que lo fleté. Entonces me dijo que me iba a ir como el culo en la música por mi personalidad. La canción es también una crítica a mí misma, porque yo también digo que soy parte de algo que critico y juzgo, y no e que yo soy un as de la verdad que viene a bajar data. Es importante el audio más que nada porque me estoy riendo de mí misma. Cierra el disco y me gusta que aparezca ese audio que dice que soy divina, pero cuando ve mi perfil al final, soy otra hegemónica más, la puta madre. Después del audio canto ‘yo sé que ayer me equivoqué, puede que le falté a mi instinto, ahora a mi piel quiero volver’. Habla de esto: de revisar lo que vengo haciendo, después de haberme corrido de ciertas cosas y de ahora estar haciendo lo que me parece que está más a tono con mi mensaje y mi persona.

Femi se presentar en febrero en el centro La Tangente del barrio de Palermo Foto Flor Downes
Femi se presentará en febrero en el centro La Tangente del barrio de Palermo. / Foto: Flor Downes

-El álbum se llama “Cultura Famélica” y hay canciones como “Fantino” que de algún modo te ponen de vuelta en ese rol de cronista y observadora de la realidad mientras desglosas a la vez tu nueva encarnación musical

-Yo creo que como dice Rick Rubin, al que siempre cito porque de ahí nace el nombre del disco, es que con la cultura uno colabora haciendo más o de lo mismo o rechazando lo que está pasando. Yo creo que este álbum es un posicionamiento muy contrario a lo que yo veo de la escena actual. Yo a nivel visual en el álbum lo que propongo es basura. En la tapa aparezco con un vestido hecho con materiales de ferretería, con bolsas de basura. La idea es la de aprovechar las cosas de una manera poco convencional, de hacer obra con lo que uno tiene a mano. No lo digo mal, porque yo también he trabajado con marcas, y a veces trabajo es trabajo, pero yo creo que es importante que haya una persona con una bajada acerca de reutilizar las cosas. Está perfecto que vos seas lo que sos por más que al mercado no le sirva. Lo que uno descarta, puede ser el tesoro de otro. Está bien ir por el costado. También me acuerdo que una vez un groso de una revista me entrevistó en uno de mis viajes con la música para el BIME y me preguntó “¿vos qué tipo de artista querés ser?”. “Alternativa”, le respondí. Todavía me acuerdo de su cara de decepción, como la de ‘esta piba no tiene ambición ni hambre de ser alguien’. Y la verdad es que yo no estoy dispuesta a hacer lo que hay que hacer para estr en el Top50 Global.

-¿Esperás con el mensaje del disco inspirar a otros artistas?

-Yo sé que es mi disco y que tengo que salir a defenderlo, pero creo que de verdad que es una propuesta que está copada en este momento para salir a mostrar. Me gusta imaginar y pensar que otras personas se puedan inspirar con esto y sepan que pueden hacer con lo que tienen a mano. Que pueden buscar un beat en YouTube y hacer música desde ahí. Que pueden hacer un collage de referencias, que pueden hacerse un vestuario con los trapos que tengan en la casa. Igual, siempre va a estar la persona que te va a decir ‘eso es muy fácil para vos, porque sos una hegemónica’, pero no se puede contentar a todos. Por lo menos en la medida que pueda, el impacto de este disco sea ese. Con una persona yo ya estoy chocha; con alguien que se anime a hacer lo suyo y sepa que no necesita tanto y tampoco parecerse a nadie.

«Quiero que la gente escuche mi música sin que tenga que chicanearme por algo»

De abreviar su nombre artístico para eludir cancelaciones absurdas por “apropiación cultural” a la autopercepción de sentirse verdaderamente “cancelada” por no poder realizar su arte durante el tiempo en pandemia, la artista Agnes Simón compartió algunas definiciones para sobrevivir a miradas propias y ajenas que, en su caso, nunca la doblegaron en su vocación artística.

En diálogo con Télam, Femi cuenta por qué dejó atrás su anterior alias artístico Femigangsta y expone las emociones que la llevaron a componer una canción como “Canceladx” con la que rompió con aquel freno de mano impuesto por la propagación del coronavirus y las medidas de aislamiento: “Hubo mucha gente que se sentía ofendida por el ‘Femigangsta’. Hubo como una rispidez con la comunidad afroargentina acerca de si me estaba zarpando o no. Para mí el nombre empezó como una joda y terminó quedando. Era un chiste que hicimos con Yeyo, del grupo Jvulian”.

“Siempre jodíamos con él sobre cuál sería el género de mi música y entonces hablábamos de lo femenino, del feminismo y también de lo mala onda, como ‘bad ass’. Dimos con ‘Femigangsta’ y me lo puse como usuario de Instagram. Y ahora pasa que con las redes sociales lo que vos te pongas de usuario termina siendo como tu nombre de persona. Yo tengo amigos que me dicen ‘Femi’, que me parece horrendo pero ya le tomé cierto cariño. No quería tener conflictos por el ‘gangsta’ y tomé la decisión de sacarlo. Si hubiese sido una decisión en el comienzo, hubiese ido por mi nombre Agnes”, explicó.

Y agregó: “En su momento hubo mucho bardo con eso. Incluso cuando había bardos entre otras personas, yo la ligaba de costado por el tema de la apropiación cultural por el ‘gangsta’, y yo no me estaba queriendo apropiar de nada. Fue muy difícil porque uno siente miedo ante la cultura de la cancelación: hacer un montón de esfuerzo para quedar resumido como el malo de película es una boludez. Siento que a grandes rasgos fue una gran decisión sacármelo: la última concesión para no ofender a nadie, la última gran cosa que resigné para que cuando la gente escuche mi música sólo escuche mi música y no tenga que chicanearme con algo que me chupa un huevo”.

En el 2020 sacó una canción titulada “Canceladx” pero no como respuesta a aquellos episodios, sino para descargarse frente a sentirse ella misma “cancelada” de sus propios proyectos: “Yo estaba muy triste por la pandemia y creo que va por ahí. Fue el primer tema que hice en pandemia. Me empecé a juntar a escondidas con mis productores. Yo me había tomado muy a raja tabla esto de no ‘no voy a salir nunca más de mi casa’ y ellos me presionaron para que yo saliera de mi casa. Hicieron muy bien”.

Fue justamente en ese tiempo pandémico que empezó a gestar su disco debut titulado “Cultura Famélica”, donde se cruza de vereda y se aleja de la ancha avenida del medio donde parece caminar la cultura urbana actual: “Cuando era una niña pueblerina en Zapala (Neuquén) yo era una rockera que escuchaba grupos como Wolfmother, que creció escuchando a Pappo, La Renga, Metallica y hasta Mago de Oz. Siento que este disco que es lo que a mí me hubiera gustado que me llegue cuando era más chica”.

“Hay otros artistas que siguen con el fronteo de ‘antes no tenía nada y ahora tengo todo esto’, con las cadenas y la ropa de marca. Lo entiendo, pero también no dejo de pensar que yo soy un pueblo con tres calles asfaltadas con toda la furia. No dejo de pensar que cuando yo era chica quería parecerme a los artistas que escuchaba y que le pedía a mi mamá que me comprara las mismas zapatillas que usaba fulana. En la escena actual hay grandes referentes que están vestidos de Gucci, Fendi, Louis Vitton y esas mierdas. Para mí es más divertido disfrazarme con la ropa que tengo en casa”, señaló.

Y concluyó: “Jamás me compro nada; no diseño pero armo mis cosas con lo que veo en los placares, con la ropa de mis familiares muertos o vivos. Yo uso hasta un ex uniforme de kung fu de mi pareja. Salgo con esa ropa y todo el mundo se me caga de risa. Ahora mismo tengo esta remera de mi novio, estas botas de mi mamá pegadas con cinta aisladora porque se me rompieron. ¿Para qué voy a hablar de ‘mi chain’, Gucci y no sé qué cosa, si no tiene un pedo que ver conmigo? En el pasado he llegado a sentir que tenía que ponerme algo para pertenecer a tal cosa. Se colabora con la cultura aceptándola y reproduciéndola o rechazándola para hacer algo distinto. Una de mis referencias sonoras es Nirvana y Kurt Cobain que era un croto total. También está ese peso sobre las mujeres y para mí no se puede, es imposible. Para mí está por fuera”.





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