Perú Libre (PL), el partido de izquierda que llevó al poder al expresidente Pedro Castillo y a la actual mandataria, Dina Boluarte, se autopostuló esta semana para dirigir por primera vez el Congreso a través de su dirigente Waldemar Cerrón, en un giro imprevisto que expone la fragmentación y el extraño marco de alianzas que existe en el paísA pesar de que en PL solo quedan 15 de los 37 legisladores elegidos en 2021, los expertos no descartan que el partido que se define marxista leninista logre su objetivo, incluso en alianza con la derecha.
“Se está en un momento en que se dejan atrás las ideologías y se procede con pragmatismo”, dijo a Télam el politólogo Roger Santa Cruz, uno de muchos expertos que no descartan que Cerrón llegue a la presidencia del órgano legislativo cobijado por una alianza con “adversarios naturales”.
La junta directiva del Congreso unicameral de 130 miembros, que se elegirá a fines de mes, genera especial expectación no solo por lo difícil del manejo de un cuerpo que tiene solo 6% de aprobación popular y que día a día concentra críticas, sino porque quien lo presida quedará en primera línea para suceder a Boluarte en caso de que renuncie o sea destituida.
PL quiere estar entre quienes manejan la agenda
Perú Libre asumió la iniciativa al anunciar que intentará llegar a la titularidad del Legislativo con Waldemar Cerrón, un doctor en Educación de 51 años que tiene peso adicional por ser hermano del fundador y máxima figura del partido, Vladimir Cerrón, inhabilitado ahora de la acción política por haber sido condenado por corrupción.Miembros de la fuerza insinuaron que Cerrón podría aceptar un puesto en la directiva distinto a la presidencia, lo que se decantará en las negociaciones de estos días. Lo que sí es un hecho es que el partido quiere estar entre quienes manejan la agenda, lo que no logró siquiera cuando era la mayor bancada y Castillo ocupaba la jefatura de Estado.
Las alianzas de Perú Libre
Tras el anuncio de la postulación por parte de PL, las primeras especulaciones apuntaron a que se trataría de una alianza con el mayor partido de derecha, Fuerza Popular (FP), lo que representaría una confluencia formal entre dos organizaciones que se repelen ideológicamente, pero que muchas veces coinciden en puntos específicos. Ambos partidos rechazaron ese acuerdo.
“Los contactos van en dirección a los afines”, dijo un parlamentario de PL, Flavio Cruz.
“Lo peor que podría pasar es que la directiva termine en manos de la izquierda”, afirmó un dirigente de FP, Miguel Torres.
Según Cruz, la hipotética alianza que respaldaría a Cerrón estará construida sobre la base de lo que fue la bancada original de PL, más aliados de centroderecha, centro y otros espacios de izquierda. “Ya tenemos el número suficiente de votos para ganar”, aseguró en una entrevista de televisión, aunque sin identificar específicamente ningún apoyo.
Desde FP, Torres, pese a descartar un respaldo para que el colectivo socialista tome el mando, abrió la posibilidad de que se le dé un espacio en una mesa directiva pluralista. “Se puede llevar a alguien de izquierda, pero no a la presidencia ni a la primera vicepresidencia”, dijo al diario Expreso.
“Waldemar es una persona de consenso, con la que se puede dialogar. Tiene el respeto de todos. Es el candidato ideal de la izquierda”Lady Camones, expresidenta del Congreso
La sola posibilidad de negociar con FP abrió fisuras en PL
La congresista Silvana Robles renunció al partido y su colega Jaime Quito afirmó que la supuesta pretensión de pactar con la derecha es una apuesta personal de Waldemar Cerrón.
La relación entre ambos partidos es objeto de controversia, ya que, aunque muy distanciados en términos ideológicos, tuvieron varios acuerdos políticos puntuales, al punto que medios periodísticos acuñaron el término fujicerronismo, por los fundadores Keiko Fujimori y Vladimir Cerrón.
El fujicerronismo logró entre otras cosas, según esas interpretaciones, formar un Tribunal Constitucional próximo a FP y designar como Defensor del Pueblo a un militante de PL, Josué Gutiérrez. Además, se alinearon en puntos sociales en los que coinciden por sus visiones conservadoras, como el enfoque de género o la educación escolar sexual.
La candidatura de Waldemar Cerrón puso otra vez en el centro todas las especulaciones y permitió ver que las distintas fuerzas no descartan tranzar con nadie.
“Waldemar es una persona de consenso, con la que se puede dialogar. Tiene el respeto de todos. Es el candidato ideal de la izquierda”, dijo la expresidenta del Congreso Lady Camones, próxima a las fuerzas de derecha radical que controlaron hasta ahora al Legislativo.
PL, un partido marginal que tenía su gran base sobre todo en el departamento andino de Junín, dio la gran sorpresa en 2021 al ganar las elecciones presidenciales con la fórmula de Castillo y Boluarte, aunque ya en el poder el primero renunció a la militancia y la segunda fue expulsada.
Discrepancias internas hicieron que del interior de la bancada nacieran otras tres fuerzas: Bloque Magisterial (la más fiel a Castillo), Perú Democrático y Perú Bicentenario, lo que generó que FP, con 24 miembros, pasara a tener la mayor representación.
En el Congreso, FP se alió a su vez para oponerse a Castillo y ahora sostener a Boluarte con otros dos partidos de derecha “dura”: Renovación Popular, ultraconservador y con mirada religiosa, y Avanza País, más interesado por la “libertad económica”. A este último pertenece al presidente saliente del Congreso, José Williams.
Para Santa Cruz, sin embargo, la alianza de derecha muestra ahora fuertes fisuras, por lo que es una incógnita la forma en que se replantee la correlación de fuerzas.
Según la Constitución, al no haber vicepresidente, si Boluarte deja el cargo será reemplazada en la jefatura del Estado por el presidente del Congreso, aunque solo como interino y con la obligación de convocar elecciones en pocos meses.
“Habrá que estar atento a cómo avancen las negociaciones”, indicó Santa Cruz, para quien, en caso de que Cerrón termine en la jefatura del Estado, la derecha buscará cooptarlo, pues en las actuales circunstancias un Ejecutivo difícilmente sobrevivirá sin respaldo del Legislativo.