En las redes sociales, los usuarios reproducen las declaraciones de la portavoz del gobierno, Fatemeh Mohajerani, quien invitó a la población a refugiarse en mezquitas, escuelas y el metro.
«¿Mezquitas? ¿Escuelas? ¿Nos está tomando el pelo? Mi casa era más fuerte que ellas, pero ahora está parcialmente dañada», grita una joven presa del pánico en la calle, poco después de que un misil impactara en un edificio cercano a su apartamento en la calle Niroo-Havai.
Mientras busca a su madre, dice angustiada: «No estábamos preparados para este infierno. Estamos impotentes».
El tema de los refugios se volvió viral entre los iraníes en redes sociales estos días. Algunos dicen que en Israel suenan las sirenas cuando ocurre un ataque iraní y que se dirige a la gente a los refugios.
Sin embargo, en Irán a nadie le importa la vida de la gente, porque, según se quejan, no hay sistema de alarma ni un lugar seguro donde refugiarse durante los ataques.
«Tenemos que refugiarnos en túneles y sótanos. No tenemos adónde ir», escribió un usuario en redes sociales.
«Los funcionarios siempre dijeron con seguridad que están listos para cualquier guerra, pero parece que han olvidado la necesidad de preparar la ciudad para una guerra así, al menos con algunos lugares seguros, sirenas o distribuyendo panfletos sobre qué debe hacer la gente durante una crisis como esta», dijo un padre en Teherán, mientras llena el tanque en una gasolinera para salir de la ciudad.
No existen datos oficiales del gobierno de Teherán sobre el número de muertos, pero se habla de varios cientos: 406 muertos y más de 650 heridos, según datos de Human Rights Activist, una organización de derechos humanos con sede en Washington.
Los iraníes atribuyen estas cifras, destinadas a aumentar drásticamente, precisamente a la falta de preparación para afrontar la emergencia, señalando que en Israel solo murieron poco más de una docena de personas gracias a su sistema de alarma y a sus refugios.
Incluso el alcalde de Teherán, Mehdi Chamran, admitió que, lamentablemente, no hay suficientes refugios en la capital, como en otras ciudades iraníes, y que, por ahora, el único lugar al que se puede acceder es el metro, que, sin embargo, no está preparado para resistir las bombas. Una situación muy diferente a la del conflicto entre Irán e Irak de los años 80.
La Organización de Gestión de Crisis de Teherán instó a los residentes a buscar refugio en los aparcamientos subterráneos, afirmando que los refugios de crisis de la ciudad estaban diseñados para terremotos, no para la guerra.
La imagen de Teherán el domingo era muy diferente a la de días anteriores, y el ambiente era cada vez más sombrío: algunos buscaban a sus seres queridos entre los escombros, atónitos ante los edificios derrumbados, mientras en las calles, tristes filas de coches intentaban abandonar la capital.
Otros buscaban la normalidad, yendo a las tiendas pero sin apartar la vista del cielo, temerosos del rugido de los aviones de combate: las familias se desplazaban juntas, por temor a ser separadas y no reunirse en caso de un ataque.