El parámetro social



El Presidente, los funcionarios del gobierno libertario y ahora también el Fondo Monetario Internacional (FMI) sostienen que el salario real se está recuperando en la Argentina, sin embargo la percepción generalizada de los trabajadores, especialmente aquellos que están en los segmentos de ingresos medios y bajos, es que el poder de fuego de sus bolsillos ha disminuido considerablemente y no hay señales concretas de mejoría. ¿Es una sensación o es la realidad que las autoridades nacionales no alcanzan a percibir? Ciertamente en la Casa Rosada se respira un clima de entusiasmo porque los indicadores financieros y algunos datos de la macroeconomía dan resultados positivos, pero el hecho es que la economía doméstica no arranca y esa paralización -que es la famosa recesión- acentuó el derrumbe de los salarios.

Un informe elaborado por el Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) señala que el salario mínimo cayó 28% en el año como consecuencia de la fuerte suba de la inflación y el alza de tarifas. El estudio indica, además, que en términos reales, el salario mínimo se ubica en valores inferiores al del 2001.

Por ejemplo en la provincia de Corrientes el grueso de la población que está empleada, ya sea en el sector privado o público, percibe el salario mínimo.

El relevamiento del organismo universitario detalla que desde noviembre de 2023 -el último mes de los Fernández y Massa- hasta octubre de 2024 -diez meses de gestión de Milei- el salario mínimo real acumuló una caída de 28%. La tendencia decreciente, con picos de contracción, ubica al salario mínimo en términos reales en un valor inferior al que existía cuando colapsó la Convertibilidad.

El informe titulado «Panorama del empleo asalariado formal y de las remuneraciones», indica también que el poder adquisitivo del salario mínimo, vital y móvil mostró un nuevo deterioro durante octubre (-1,3%). Consigna que esta evolución es la continuación de un proceso de declive que se había iniciado en diciembre de 2023, cuando se contrajo 15% de la mano de la inflación, seguido por una caída mayor, del 17%, en enero de este año.

Esta tendencia se interrumpió momentáneamente en los meses siguientes, período durante el cual el incremento nominal acompañó a la inflación por lo cual no se observaron reducciones adicionales. En junio se produjo una nueva caída (-4,4%), seguida por cierta recuperación en julio (4,3%) y por reducciones consecutivas en los tres meses siguientes.

Ahora bien, la situación no es idéntica en todo el país, si bien el promedio define el cuadro general, hay particularidades en cada región y en las distintas jurisdicciones. Por ejemplo las provincias petroleras lideran la recuperación del poder adquisitivo del salario por el impulso que genera el desarrollo de Vaca Muerta, según señala un informe de la Fundación Mediterránea.

«A nivel global la actividad económica en el país cayó fuertemente a fin de año y a partir de marzo/abril 2024 se ha ido recuperando levemente según los sectores. Peor la industria que no está basada en el agro, y mejor la minería y el sector agrícola», detalla la Fundación. Por ejemplo, la provincia mejor posicionada fue Neuquén «que viene siendo la estrella desde hace unos años, gracias al impulso petrolero asociado a Vaca Muerta», consigna el informe. Esta situación también ayudó a Río Negro y a Chubut, mientras que en Mendoza también hubo una mejora.

Las provincias grandes, Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe, son las que determinan el promedio nacional. Les fue relativamente mejor gracias a una mayor cosecha en granos, entonces el promedio se aleja más de las provincias pequeñas, entre las que está Corrientes.

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