El Papa fue dado de alta tras un mes de internación


El papa Francisco, internado desde el 14 de febrero por sufrir una neumonía bilateral, fue dado de alta ayer y regresó finalmente a Santa Marta, su residencia en el Vaticano, donde iniciará una convalecencia de «al menos dos meses», como le prescribieron sus médicos. Antes de abandonar el hospital Gemelli, donde estuvo 38 días, el Sumo Pontífice -de 88 años- se asomó a un balconcito del segundo piso del policlínico para bendecir y saludar a centenares de personas congregadas para la ocasión, entre las cuales había periodistas de todo el mundo.
Al mediodía local, en lo que fue su primera aparición pública después de más de cinco semanas atravesadas por cuotas de angustia, incertidumbre, noticias falsas y especulaciones de todo tipo, comenzaron vivas y aplausos para «Francesco». El argentino se mostró sentado en su silla de ruedas, con el rostro menos hinchado que cuando ingresó, con ojeras que denotan una internación dura, quizás más delgado y muy frágil. Aunque se sabía que no iba a hablar, debido a las secuelas de estar semanas con la mascarilla y cánulas de oxigenación de altos flujos, en un momento de la aparición le pidió a un colaborador que le acercara un micrófono. «Gracias a todos», dijo, con voz muy débil, casi difícil de comprender. Además, le agradeció a alguien que le llevó flores amarillas. «Veo una señora con flores amarillas, brava», añadió, esforzándose. La mujer fue identificada luego por Vatican News y se trata de Carmela Mancuso, a quien reconoció porque suele seguirlo a todos lados, también en las audiencias generales. En la muy breve aparición también levantó el pulgar, como para decir: «Todo bien», un gesto que hace habitualmente, evidentemente contento de haber sobrevivido, y por ese reencuentro con la gente y la tan soñada alta médica. Saludó y bendijo levantando muy poco las manos de su regazo: podía notarse al final que tenía dificultades para respirar. Fue entonces cuando uno de sus ayudantes lo retiró velozmente del balcón empujando su silla de ruedas, en medio de los aplausos y gritos de la multitud. Unos diez minutos más tarde, en su Fiat 500 blanco, abandonó el hospital, esta vez con cánulas nasales de oxigenación puestas -una novedad a la que el mundo deberá acostumbrarse-, sonriente, pero con aspecto cansado y siempre saludando con la mano.

Deja un comentario

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com