El conflicto por el presupuesto universitario no sólo interpela la base electoral del presidente sino que puede transformarse en uno de los hitos de su gestión, pero como una marca negativa, una inflexión que condicione al resto de su mandato. «Si esto sigue escalando es posible que tengamos nuestra 125», lamentó un legislador oficialista para graficar cómo elaboran el desarrollo de esta crisis. La aceleración de los tiempos, la masividad de los reclamos y la sucesión de reuniones con poca anticipación confirman que se está gestando una crisis y que el gobierno no parece dispuesto a aflojar, al menos por ahora. Por eso algunos escuderos de La Libertad Avanza temen que la pulseada universitaria se parezca a la crisis que afrontó Cristina Fernández durante su primera presidencia, cuando aplicó las retenciones segmentadas a las exportaciones agropecuarias que había diseñado el por entonces ministro de Economía Martín Lousteau. El conflicto con las patronales agroexportadoras se transformó en un antes y un después.
El paralelismo no es mañoso. Grafica la preocupación que respiran las principales autoridades del oficialismo en las dos cámaras ante la posibilidad de que escale el conflicto. Se suma otra inquietud: que la derrota por el veto universitario se instale como un revés que los debilite ante la opinión pública y se transforme en el preludio de una negociación «muy difícil» para sancionar el Presupuesto 2025, que comenzará a discutirse en comisión a partir de este martes.
Según el mapa de arena que tienen en el oficialismo, la foto de celebración que armó Milei para homenajear a los 87 diputados que llamó héroes ya venció y queda mucho menos. A partir de este lunes la Casa Rosada buscará revertir esa pendiente y moverá los contactos con el Consejo Interuniversitario Nacional para explorar nuevas ofertas presupuestarias. En el oficialismo todavía creen que se pueden reconstruir los 87 respaldos con gestos del gobierno.
El problema es que varios interlocutores y aliados esquivos ya no creen en la palabra de los emisarios de Milei, tampoco de sus ministros o secretarios. En esa lista está el PRO y Mauricio Macri, que volvió a aparecer esta semana para condicionar al oficialismo y dejar en evidencia que todo podría ser peor. Los gestos del expresidente sugieren que ha decidido capitalizar la nueva fragilidad del gobierno ante el conflicto universitario y moverse para esmerilar al entorno de Milei, en especial al consultor Santiago Caputo, a quien visitó el jueves, en una reunión privada cuyos detalles se mantienen en reserva. Las versiones que circulan revelan la densidad de la tensión que hay entre ambos. «La gran pregunta es: ¿qué es lo que reclama Macri y que Milei no le quiere entregar?», se interrogan en el Senado. Algunos especulan que exige la cabeza de Caputo, aun sabiendo que puede dejar a la intemperie a los hermanos Milei. En el bloque amarillo de diputados algunos integrantes no le esquivan a la pregunta. «Reclama Energía, Transporte y poder», sentenció un interlocutor del fundador del PRO.
La pulseada de esta semana es por poder, con un Macri que busca mostrarse al frente del bloque de 38 voluntades que preside Cristian Ritondo. Al magnate le habían sugerido que deje la negociación con Caputo en manos del titular del bloque PRO y que él se encargara de no pelearse con Milei, pero ante la nueva ofensiva por jubilarlo, dicen que el expresidente se dejará llevar por su origen calabrés y atenderá los temas que le interesan en forma personal. Lo cierto es que Macri no controla el bloque que preside Ritondo. Por el contrario, parece ponerse arriba de una ola interna que sobrevendría igual con el debate universitario porque buena parte del espacio no quiere blindar el veto de Milei. La ley de financiamiento universitario fue aprobada en Diputados el 15 de agosto y tuvo 143 respaldos y 77 rechazos. De esos votos en contra, el PRO aportó 33, que ahora parecen resquebrajarse entre el faltazo, la abstención y el cambio de idea. Sobre esa desazón interna camina Macri y se pone al frente, con un poder limitado y, a veces, menguante.
Poroteos
Los 38 integrantes del PRO definirán este martes una forma de afrontar el debate. Será luego de las advertencias que Ritondo, sin ocultar su enojo, le hizo al Gobierno luego de enumerar la bronca que respiran por brindar apoyo y enterarse de las decisiones por los medios. «Hay que recordar que hubo un sábado y que reveló qué quieren hacer», recordaron en el bloque amarrillo. La alusión apunta al acto que la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, encabezó el sábado pasado en Parque Lezama para anunciar que habían logrado inscribir a LLA como partido nacional y que habían llegado al poder sin la ayuda de ningún partido. Por esa misma razón, la hermana del presidente sostuvo que tampoco necesitan de nadie para seguir adelante. Quizás no lo midió, pero ese mensaje, junto a los movimientos de Bullrich como nueva soldada de Milei, aumentaron las preguntas en el macrismo sobre qué futuro les espera si siguen defendiendo las decisiones y medidas de la Rosada sin diferenciarse, ni recibir nada a cambio. A los cuatro diputados del PRO que responden a Bullrich se podrían sumar una decena de compañeros de bancada, pero hay más voluntades afectas a ausentarse y ayudar a que el total de los presentes se reduzca hasta permitirle a la oposición cristalizar la insistencia con un número sólido. El artículo 83 de la Constitución establece que si el Ejecutivo desecha una parte o toda la ley, el texto vuelve a la cámara de origen. «Ésta lo discute de nuevo, y si lo confirma por mayoría de los dos tercios de los votos, pasa otra vez a la cámara de revisión. Si ambas cámaras lo sancionan por igual mayoría, el proyecto es ley y pasa el Ejecutivo para su promulgación».
Los dos tercios necesarios para la insistencia es sobre los presentes. Si faltan ocho de los 38 integrantes del PRO, la proporción se reduciría a un punto que haría imposible el blindaje necesario y también permitiría que se imponga la insistencia.
La aritmética de las ausencias y de los giros incómodos es el motor de Ritondo para advertirle al gobierno que no cuentan con el número suficientes, aún con el PRO votando contra el veto. En otros bloques aseguran que le asiste la razón, pero la centralidad la tiene el bloque amarillo porque es el aliado más cercano al oficialismo. Después de este miércoles podría consolidar otra posición y cerrar un interbloque con el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), presidido por Oscar Zago, e integrado por tres exespadas de LLA, que dejaron el bloque luego del fracaso del primer tratamiento de la Ley Bases, en febrero. El eje sería un interbloque, pero sin el bloque del oficialismo que preside el cordobés Gabriel Bornoroni. La diferenciación parece sutil, pero podría aumentar la debilidad del gobierno que Macri ahora está empeñado en desnudar.
La cacería de votos terminará el miércoles a las 11, cuando arranque la sesión que pidieron los bloques de la UCR, Encuentro Federal y Unión por la Patria. Antes de la decisión que tomen dentro del PRO, algunos ya anticiparon que votarán contra el veto. El larretista Álvaro González confirmó su respaldo a la insistencia y Héctor Baldassi lo sugirió. El río revuelto podría originar que haya libre decisión para sus integrantes, pero implicaría una señal de debilidad para el gobierno.
En las 33 bancas de la UCR hay menos debates internos que con el veto jubilatorio. En esa oportunidad hubo cinco integrantes que votaron al revés del apoyo a la movilidad previsional. De ellos ahora sólo apoyarían el veto los diputados Mariano Campero y Luis Picat, que se habían ausentado en la sesión del 15 de agosto. Los otros tres votaron a favor de la ley de financiamiento en esa oportunidad y ahora podrían hacer lo mismo, más allá de las críticas por el cambio de posición durante el debate jubilatorio. Se trata de Martín Arjol, Pablo Cervi y José Tournier, que no es afiliado a la UCR y forma parte de la coalición que lidera el gobernador correntino, Gustavo Valdés.
En el caso de los partidos provinciales también hay respaldos a la insistencia. Es el caso de la salteña Pamela Calletti, que preside el bloque Innovación Federal. Sus dos compañeros de bancada coterráneos harán lo mismo. Los cuatro socios del Frente de la Concordia y el representante de Juntos Somos Río Negro aún no se posicionaron y dependerán de lo que digan sus gobernadores: el misionero Hugo Passalaqua y el rionegrino Alberto Weretilneck, que vienen de torcerle la muñeca al Gobierno en la negociación por la Boleta Única de Papel.
En el caso de Encuentro Federal, que lidera Miguel Pichetto, habrá un respaldo casi total del bloque porque el único que no lo haría es Ricardo López Murphy, que no estuvo en la sesión del 15 de agosto. La Patagonia sumará tres porotos, con el respaldo de José Garrio y Sergio Acevedo, los dos legisladores que responden al gobernador santacruceño Claudio Vidal, mientras que el neuquino Osvaldo Llancafilo (MPN) hará lo mismo.
En el puñado de votos que se espera a favor del veto hay bajas. La mendocina Lourdes Arrieta, que armó bloque propio, rechazará el veto. El gesto habilita las disidencias del PRO y también del los demás aliados del oficialismo. El MID, por ejemplo, no contará con sus tres bancas, porque Oscar Zago, que lo preside, está de viaje. En LLA aseguran asistencia completa de sus 39 integrantes y suman los tres de Indepencia, el bloque peronista que responde al gobernador tucumano Osvaldo Jaldo.
Todo dependerá de la cantidad de presentes en la sesión y de los cambios o silencios que hagan aquellos que decidan pegar el faltazo o, directamente, volver a confrontar con el Gobierno. La alquimia que funcionó para preservar el veto jubilatorio está en duda para el round que viene. En el gobierno aseguran que no está todo dicho y se jactan de comunicar mejor para argumentar y antagonizar con los críticos universitarios. En abril se perdieron la posibilidad de llegar mejor a una opinión pública que estaba más dispuesta a escuchar al ejecutivo que a los docentes y estudiantes. Ese clima parece haber cambiado en la calle y en el palacio el oficialismo asiste en silencio a la reconstrucción de una posible mayoría opositora que puede combinar las 99 voluntades de UxP, con respaldos radicales, de EF y partidos provinciales. Sería el regreso del fantasma de los dos tercios para Milei, mientras Macri se distancia y busca condicionarlo. «