Sin aviso ni ceremonias, el lento deshielo ocasionado por un cambio en la temperatura comienza a liberar estos secretos.
Las imágenes son impactantes: manos ennegrecidas, mochilas congeladas, trajes que aún parecen nuevos, y ojos que quizás soñaron eternamente con la cima.
A menudo, guías y escaladores encuentran estos restos por azar, tropezando con una bota asomando entre las rocas o con huesos que apuntan al cielo. Estos cuerpos, detenidos en el instante de su muerte, son historias de gestas y fracasos. Silenciosos, el hielo los mantuvo como esperando ser vistos una última vez.
Frente a esta situación, el Ejército de Nepal ha comenzado a realizar operaciones cuidadosas para recuperar los restos. Sin embargo, no todo es posible de rescatar; algunos cuerpos están demasiado entrelazados con el paisaje, perdidos en el tiempo o frágiles para mover. La creciente presión internacional y la conciencia del cambio obligan a actuar.
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