En el piso, en una valija abierta, sobresalía el cuerpo descuartizado de su padre. Sobre la mesa del comedor, en una bolsa de nailon abierta, estaba la cabeza. Las pisadas con barro decoraban la escena por todos los ambientes. Eran las huellas de su hermano menor, que había intentado hacer un pozo en el jardín de la cochera para ocultar los restos.
Mientras los detectives de Homicidios y de la Comisaría Comunal 6 de la Policía de la Ciudad trabajaban en la escena y contenían al mayor de los hijos, llegó el sospechoso al lugar. Sin alterarse, admitió: «Discutí con él y pasó lo que pasó«.
Su hermano por parte de padre, que es músico, explotó y lo quiso golpear: «¡Qué hiciste, qué hiciste!«, le repitió. Tuvieron que intervenir los agentes. «Estaba enojado con él, pero no podía dormir por lo que le hice«, agregó el acusado para explicar por qué se había ido. Y dijo que se molestó porque su papá lo había retado.
Según pudo saber Clarín, el joven llevaba poco más de un año viviendo con su papá en el departamento del sexto piso de la calle Aranguren al 1600, a cuatro cuadras de la cancha de Ferro Carril Oeste.
Padecía esquizofrenia y había dejado de tomar la medicación, aunque era tratado por una psiquiatra. Como se llevaba mal con su mamá -también médica, separada de Cichero-, su papá le dio alojamiento.
«Mi papá era muy amoroso con él, se ocupaba tanto de la comida como de la higiene, pero él no tomaba la medicación y creyó que podría controlarlo», le dijo el hijo mayor a la Policía.
En la escena encontraron dos cuchillas y una sierra con la que el sospechoso cortó el cuerpo. Creen que lo mató en su cama, mientras descansaba (entre la noche del martes y la madrugada del miércoles), y que lo descuartizó ahí mismo o en la bañera.
El departamento, de dos ambientes, es pequeño. Tiene comedor, una habitación, baño y una cocina muy chiquita. El joven dormía en un sillón del living.
Las piernas de la víctima, que había sido jefe de patología en hospitales bonaerenses, fueron seccionadas a la altura de la ingle. El asesino las puso dentro de la valija y luego intentó hacer lo mismo con el torso. Como no podía cerrarla, lo decapitó y dejó la cabeza sobre una mesa.
En los brazos de Cichero detectaron heridas que podrían ser defensivas, entre los codos y el hombro.
Un detalle que llamó la atención es que solo había sangre en el colchón. Los elementos utilizados para matar y descuartizar habían sido lavados.
También limpió el departamento, donde quedaron esparcidos los rastros del barro y también dejó la pala sucia con la que intentó hacer un pozo en el jardín común de la cochera, ubicado al fondo.
El Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 21, a cargo de Marcos Andrés Fernández, requirió el informe médico del sospechoso.
En base a eso, dispuso el traslado del joven al Hospital Borda, «a fin de que se le efectúe un informe interdisciplinario con el equipo de salud» y determinar si es imputable o no.