La propia damnificada lo cuenta en primera persona.
Cuando lo detuvieron, el sujeto le dijo a la policía: “Tuve que buscar refugio en una casa porque venían persiguiéndome”. Sin embargo, la propia dueña de casa dio su versión exhaustiva y descriptiva de los hechos a los que no hay mucho por agregarle, pero sí para reflexionar.
El hecho ocurrió en un domicilio de Rada Tilly, localidad que -lamentablemente- viene siendo castigada por la delincuencia en los últimos tiempos. El motivo para que la criminalidad crezca en esta “villa balnearia” que siempre se destacó, entre otras cosas, por la tranquilidad y la seguridad, quizás esté dado por el crecimiento poblacional, en tanto el sistema de seguridad no haya evolucionado con la misma magnitud. . Es una posibilidad. En definitiva, son las autoridades quienes deben analizar la situación y definir las políticas para enfrentar esta situación.
Volviendo al tema en cuestión, a continuación se transcribe lo que ocurrió días atrás contada por la propia damnificada, Nancy H.
-“Leí todos los títulos: “Hecho insólito”, “Subió al techo de una casa porque lo perseguían” y más.
Ya leí todas las excusas: “Lo de fulanito es falso, fue un malentendido, era la casa de su amigo”, “Es una broma de sus amigos”, “Eso no es verdad, lo conozco”.
Ya escuché a los padres. Ahora voy a contar yo lo que pasó.
En la madrugada del pasado lunes, 9 de diciembre, a la 1, fuimos víctimas de un hecho de inseguridad, uno más, en Rada Tilly.
Esa noche me acosté, apagué la tele, puse en silencio el celular y comencé a organizar, en la cabeza, todo lo que se venía en la semana: bancos, registro, reuniones, informes, listado de invitaciones a zoom. Saco los perros el martes bien temprano, antes que me saquen el implante. El miércoles no voy a poder cuidar al nieto. Me interrumpen los perros del vecino enloquecidos. Caballos, pensé… ahora se cruzan a casa y ladran los míos. Escuché la puerta de un auto y sentí a alguien saltar a mi patio, creí que era mi hijo que no tiene llave de casa, o nunca la encuentra. Esperando que llegara a mi postigo, me adelantaba mentalmente al “Ma, ¿estás despierta?” No sucedió, ni era mi hijo… ni los caballos cruzaron la plaza.
Vivo en esta casa hace 30 años, la hicimos nosotros. Le sé cada agujero, mancha, grieta, abolladura, yuyo que sale de la pared, tornillo suelto, madera que rechina. Conozco perfectamente el sonido que hace cada rincón de mi casa, con viento, con lluvia o en la calma absoluta de esa noche.
Sé que el ruido a mi izquierda era alguien moviendo la bicicleta que estaba apoyada en el portón del galpón, la corrían. Reconozco el ruido de la tapa de cemento de la cloaca debajo de la ventanita del baño apenas abierta, cuando la pisan hace ese ruido que yo conozco. Pero a la vez también sentí caminar en el techo de chapa. En ese instante, confirmé que no era mi hijo, me senté en la cama, preocupada. En la oscuridad de mi casa, que conozco de memoria, cuando apoyaba los pies en el piso escuché la ventana del lavadero abriéndose y en mi insistencia por no querer creer lo que ya sabía que estaba pasando, se lo atribuí a Tango. Seguro corrió la tabla de planchar para llegar al bolsón de comida y se le cayó sobre la ventana. Ahora sí apurada, para pescar in fraganti a mi perro, me levanto y le aviso a Daniel que ya dormía hace rato: Hay ruidos en el patio.
Apurada por el pasillo, lo veo a Tango estirar las dos patas delanteras saliendo del colchón.
Ya estaba para mí. Entendí. Estaban entrando a mi casa.
Corrí al lavadero, la tabla de planchar en su lugar, pero la ventana abierta todo lo que se puede. Prendí todas las luces de afuera y decidí, en ese instante, que de esta casa no salía nadie. Ni hombre ni perros. Escondí la llave adelantando la masacre que podría haber sido.
Llave en mano, cabeza a mil, atenta como nunca, escucho los pasos huyendo en el techo, corrían ¿Se fueron? Corro a buscar el celular para llamar a la policía y de pasada agarro la alarma del barrio. Al mismo tiempo empieza a gritar Daniel, insultando, a los gritos, queriendo abrir la puerta para salir y mis perros tan alertas como yo, queriendo salir a defender su casa. Me autoconfirmaba en cada segundo, de acá no sale nadie. Puerta de por medio, Daniel queriendo salir, delincuente, PERSONA ABSOLUTAMENTE DESCONOCIDA PARA TODA NUESTRA FAMILIA, nunca nadie lo había visto, queriendo entrar, me siguen, decía.
Locura, gritos, sentí la sangre helada de quien reza desesperado antes de lo peor. Estaba segura de que si esto no terminaba YA lo peor iba a pasar, o al que estaba afuera, oa alguno de los míos.
1:10 h, las luces del patrullero me trajeron alivio, salí corriendo a darle al policía la llave que tenía apretada en la mano decidida a no entregar.
Afuera mis vecinos, siempre dispuestos a dar una mano, barrio de gente laburadora, hartos de tanta injusticia, gente organizada para protegerse.
En la foto, la policía se lleva de mi propiedad a la persona que durante casi 10 minutos intentó entrar a mi casa, mientras otro hacía de campana en el techo.
El título debería haber dicho: VIOLACIÓN DE DOMICILIO, INTENTARON ENTRAR A UNA CASA EN RADA TILLY.
Y gracias a Dios nunca dijo: DELINCUENTE ABATIDO INTENTANDO ENTRAR A UNA VIVIENDA EN RADA TILLY”.