En el inicio de la próxima semana se conocerá la incidencia de la pobreza y de la indigencia en el país medida en el segundo semestre de 2024, información que es recogida por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y que ha dado cifras alarmantes en las anteriores publicaciones. Pero, esta vez la Casa Rosada espera con singular expectativa la muestra, pues descuenta que reflejará una disminución fuerte de los indicadores respecto del primer semestre. En el arranque de la gestión de Javier Milei, un poco por la inercia de arrastre que venía del gobierno de los Fernández y bastante por lo que significó el brutal ajuste, la pobreza en la Argentina trepó al 52,9%. Así inauguró su mandato el Presidente libertario, que se autopropuso para el Nobel de Economía.
Ahora en medio de crecientes turbulencias, el Gobierno espera una variación estadística hacia abajo. Se entusiasma con mostrar un 37% de índice de pobreza, como si esa cifra fuese un éxito. Las proyecciones de la Universidad Torcuato Di Tella (Utdt) muestran que la tasa estaría en torno al 36,8%.
De confirmarse el dato, sería una caída importante con relación al 52,9% de la primera parte de 2024. Se ubicaría por debajo de la última medición del período de los Fernández y Massa, que se registró 41%, pero igual quedaría todavía muy lejos de cualquier marca positiva. Ni siquiera alcanza el mejor registro de Mauricio Macri, que en su momento también era muy malo.
No obstante, la administración libertaria necesita imperiosamente dar buenas noticias, datos que sustenten la idea de que tanto sacrificio social redunda en un mejoramiento. Sucede que el cuadro financiero vuelve a complicarse por la falta de dólares y Milei tuvo que recurrir al Fondo Monetario, de quien hablaba peste. Se olvidó de sus dichos en tiempo de campaña.
Con las reservas del Central en franco descenso, sin dólares frescos, la inflación vuelve a corcovear. Es el único logro de Milei y corre riesgo de derrumbarse. Por eso se necesitan buenas nuevas y el dato de pobreza podría maquillar el momento.
Pese al esfuerzo oficial, el cuadro es inquietante: volatilidad cambiaria, incertidumbre monetaria, la recesión que no afloja y los precios que vuelven a moverse. Lentamente todo vuelve a un escenario ya conocido.
Por ejemplo, ayer (viernes) el Indec dio a conocer su Índice de Salarios y los números no son positivos. Los ingresos en el segmento formal de la economía aumentaron 1,9% en términos nominales, equivalente a una caída real del 0,3% teniendo en cuenta la inflación del primer mes del año.
El informe del organismo estadístico consigna que los salarios de los trabajadores registrados perdieron contra la inflación por segundo mes consecutivo en enero. Si bien este retroceso fue explicado por lo ocurrido con los sueldos estatales, en el sector privado se observa un virtual estancamiento en el proceso de recuperación del poder adquisitivo.
Los trabajadores del sector privado tuvieron una leve mejora real del 0,1%, idéntica a la que habían presentado en diciembre. De este modo, sus salarios quedaron 0,7% por encima del nivel de noviembre de 2023, previo a la llegada de Javier Milei a Casa Rosada. Muy por el contrario, en el sector público el poder adquisitivo arrojó una caída mensual del 1,3% en el primer mes del año. Por ende, en la era Milei ya acumuló un desplome del 16,4%.
En conjunto, y debido a este golpe sufrido en los estatales, los salarios registrados están un 15,6% detrás del nivel que dejó la gestión de Sergio Massa, siempre en función de los datos del Indec.