El desafío de crecer con estándares imposibles


En tiempos donde el bullying y la presión social afectan cada vez más a los jóvenes, los estándares de belleza siguen ocupando un lugar central. Así lo explica Micaela, médica especializada en estética, quien advierte sobre el impacto emocional de la comparación constante: «Las redes sociales muestran una perfección irreal. Nadie sube una foto recién levantado, y eso genera en los adolescentes una búsqueda inalcanzable».
Desde su consultorio, Micaela ve cada vez más jóvenes que llegan con pedidos influenciados por estereotipos, muchas veces queriendo parecerse a figuras de redes sociales. «Hay una línea muy fina entre querer sentirse mejor y negar quién uno es. La medicina estética puede ser bienestar, pero no debe usarse para tapar inseguridades profundas», afirma.
Muchos adolescentes consultan por temas como acné o depilación, pero detrás de esas inquietudes suelen esconderse situaciones de crítica, discriminación o baja autoestima. «Un comentario sobre el cuerpo de otro puede tener más peso del que imaginamos. La adolescencia ya es una etapa difícil, y la opinión ajena puede afectar mucho más de lo que se ve», señala, y agrega: «Hay chicos que quieren cambiar por completo su rostro o cuerpo. Y está bien si es una decisión propia y consciente, no producto de la presión social o la comparación constante con ideales inalcanzables que muestran las redes», asegura.
La médica también insiste en el valor de los vínculos cercanos: «La contención emocional de la familia, los amigos o los adultos referentes es clave para construir una autoestima fuerte y una imagen corporal sana». Incluso insiste en la importancia de la contención familiar y del entorno cercano: «La casa es la escuela más importante. Es ahí donde los jóvenes necesitan sentirse aceptados y comprendidos. La adolescencia ya es una etapa complicada por los cambios hormonales, físicos y emocionales. Si a eso le sumamos las críticas externas, el proceso de aceptación se vuelve aún más difícil».
Como profesional, destaca la necesidad de marcar límites: «Uno debe saber decir que no. Si un paciente no se acepta a sí mismo, ningún tratamiento va a ser suficiente. No se trata de cambiar rostros, sino de acompañar con responsabilidad».
Finalmente, invita a reflexionar sobre la inclusión y la aceptación real.s

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