A un mes de que Twitter celebre sus 18 años de existencia, dos libros de flamante edición se ocupan de la etapa más controvertida de la red social ahora conocida como X, la que comenzó en octubre de 2022 cuando el magnate de origen sudafricano Elon Musk adquirió la plataforma y generó cambios tan debatidos como resistidos que impactaron sobre los usuarios y en especial sobre sus empleados, que coinciden en retratarlo como un jefe déspota que hace demandas irrazonables.Resolver con éxito el imperativo tecno-libertario de garantizar libertad de expresión y al mismo tiempo arriesgar algo de ese propósito para atender a la demanda tecno-libertaria de generar mucho dinero. Si en algo coinciden las hipótesis de «Batalla por el pájaro» -el texto escrito por el periodista Kurt Wagner- y «Extremely Hardcore», firmado por Zoë Schiffer, es que ésa fue la encrucijada que tuvieron que afrontar los dos dueños que ha tenido la red social hasta la fecha: Musk y su antecesor y fundador, Jack Dorsey.
Ambos libros acaban de llegar a las librerías estadounidenses a un mes de que la red celebre sus 18 años -el 21 de marzo- y ponen a disposición de los interesados en la historia de la ex Twitter dos perspectivas distintas pero complementarias, ya que mientras Wagner narra una historia de negocios prestando especial atención a la incomodidad de Dorsey con las presiones de dirigir una empresa que cotiza en bolsa, Schiffer pone el foco en la naturaleza caprichosa y cambiante del hombre que con su empresa espacial SpaceX lanzó sin demasiado éxito dos cohetes al espacio.
En «Batalla por el pájaro», Wagner cuenta que Dorsey decidió apostar por las noticias, incluso cambiando la marca de Twitter en la tienda de aplicaciones de Apple para presentarla como un destino para la cobertura en directo de acontecimientos de última hora, aunque también consigna que se mostró reacio a aceptar los costos y responsabilidades de una verdadera organización de noticias, insistiendo en que el papel de la actual X era simplemente servir de plataforma para una superposición de voces.
Hasta que Donald Trump fue vetado en enero de 2021 por alimentar una insurrección popular, a Dorsey parecía no importarle que Twitter amplificara la retórica incendiaria del ex mandatario republicano: «Creo que necesitamos escuchar todos los extremos para encontrar el equilibrio», sostenía allá por 2016.
El periodista retrata a Dorsey como un empresario que se empieza a alejar de Twitter cuando consolida nuevas obsesiones como la empresa de moneda virtual Bitcoin y empieza a animar a Musk a comprar la empresa. Según Wagner, «dirigir Twitter se había vuelto poco divertido para Dorsey». Con Musk es menos piadoso: relata milimétricamente cómo puso en riesgo la plataforma despidiendo a gran parte de su personal; instruyendo a los empleados que se quedaron a «probar cosas raras» y luego atacándolos, además de restablecer cuentas prohibidas mientras reprimía los discursos que no le gustaban.
Por su parte, los tiempos de Twitter bajo la perspectiva de su segundo propietario son el eje de «Extremely Hardcore» («Extremadmente duro»), el libro donde la periodista Zoe cuenta los primeros escarceos de Musk con la compañía, desde su oferta inicial de 44.000 millones de dólares hasta su intento fallido de anular casi de inmediato la operación, pero lo que ocupa mayor desarrollo es el caos que siguió cuando se hizo cargo de la plataforma.
«Extremely Hardcore» toma su título de un memorando que el fundador de Tesla envió al personal de Twitter poco después de adquirir la empresa. «Los atributos que hacían a Musk bueno tuiteando -una combinación de temeridad y desvergüenza- lo hacían extremadamente malo dirigiendo Twitter», escribe Schiffer, según reproduce el periódico The Washington Post.
Schiffer, editora jefe de la publicación tecnológica Platformer, se detiene con detalle en el momento en noviembre de 2022, cuando apenas un mes después de transformarse en propietario de Twitter, el empresario anunció que le daría la bienvenida al usuario más notorio e influyente de la empresa de redes sociales, Donald Trump, que había sido excluido de la plataforma desde los días posteriores al asalto al Capitolio estadounidense del 6 de enero de 2021, cuando la compañía dijo que suspendía su cuenta «debido al riesgo de una mayor incitación a la violencia».
Según cuenta la autora, la reinstauración de la cuenta @realDonaldTrump no fue fácil: los programas de la red social no fueron diseñados para restaurar rápidamente una cuenta con casi 90 millones de seguidores y la mayoría de los ingenieros que sabían cómo resolver el problema habían sido despedidos, por orden de Musk. La acción no tuvo el efecto que esperaba: el expresidente estadounidense solo ha publicado una vez desde que le devolvieron la cuenta.
Comprar la red social del pajarito
En «Batalla por un pájaro», Wagner da más precisiones sobre las razones que llevaron a Musk a comprar Twitter: dice que el asunto tomó cuerpo cuando le negaron su solicitud de cerrar @ElonJet, una cuenta dirigida por Jack Sweeney que utiliza información disponible públicamente para rastrear el jet privado del empresario sudafricano, lo que molesta al padre de 11 hijos. A partir de entonces comenzó a comprar acciones de Twitter y poco después se sentaba a conversar con su fundador, Jack Dorsey, con la idea de conseguir un puesto en la junta directiva antes de aceptar comprar la plataforma de redes sociales directamente.Por su parte, Schiffer aloja también las experiencias de los empleados de Twitter, cuyas vidas se vieron trastornadas por el cambio de dueño: Musk es, en sus palabras, un jefe terrible. Detalla la periodista: «Hace demandas irrazonables, se niega a escuchar consejos y pone en peligro a sus empleados actuales y anteriores con alarmante regularidad al desatar ejércitos de sus seguidores para acosar a quienes se cruzan con él».
La autora retrata al magnate como alguien a quien solo le importa el dinero y los caprichos que puede concretar con él: su deseo de convertir Twitter en un juego personal sólo ha sido mitigado por la aprensión de los anunciantes que no quieren que sus productos se muestren junto a publicaciones de neonazis.
Podría parecer que Wagner y Schiffer compiten a priori por imponer la obra propia sobre la otra en esta coincidencia de publicaciones. Sin embargo, hace unos días se juntaron y la confluencia fue fructífera. «Puede parecer inusual que autores en competencia se entrevisten entre sí sobre sus libros sobre temas similares. Pero Kurt y yo hemos sido amigables durante todo este proceso y tengo un enorme respeto por su trabajo. La historia de Twitter es vasta y complicada, y me gusta pensar que hay espacio para múltiples libros, particularmente aquellos que abarcan diferentes ángulos y personajes, como lo hace el nuestro», señaló la autora.