«Una novela de mujeres que se meten en líos, de intriga con tono de comedia y ternura», ensaya el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz para presentar «Cora», su último policial que gira alrededor de las andanzas de Cora Bruno, una detective privada especializada en infidelidades que le permitió al autor volver al género y escribir una novela «flaca», donde prevalece «el músculo de la acción a la grasa de los soliloquios sin destino».Durante un desayuno para periodistas, booktubers y libreros, Fernández Díaz -uno de los «tanques» editoriales de Planeta- presentó su nueva novela y ahondó en el método de escritura que usó para lograr un texto magro con «una sorpresa cada tres páginas» pero que, a la vez, pretende indagar en las contradicciones y los caprichos de la «vida secreta» -distinta, a su vez de «la vida íntima»- del repertorio de sus personajes.
Mariano Valero, histórico editor de Fernández Díaz, presentó la nueva novela con una metáfora curiosa en relación a la velocidad, el músculo y la grasa de la historia: «Si fuera un perro, esta novela sería un galgo».
A diferencia de lo que viene haciendo con el famoso agente de Inteligencia Remil en «El puñal», «La herida» y «La traición», Cora Bruno no indaga en las roscas de la política ni busca encontrar balas o descifrar asesinatos: ella investiga infidelidades
«Noto que las novelas están gordas. Los autores tenemos que cuidar mucho el ego porque si no lo hacemos, probablemente caigamos en largas reflexiones o soliloquios que no le importan a nadie», argumentó el autor y comparó esta falla con lo que ocurre en la última temporada de la serie True Detective, «Night Country», repleta de errores en una trama que se reitera y parece «engordada».A diferencia de lo que viene haciendo con el famoso agente de Inteligencia Remil en «El puñal», «La herida» y «La traición», Cora Bruno no indaga en las roscas de la política ni busca encontrar balas o descifrar asesinatos: ella investiga infidelidades.
«A veces Cora Bruno era capaz de ejercer una cierta imaginación extrasensorial. En el semáforo de Bouchard y Tucumán, sin que mediara ningún estímulo externo o cayera ningún rayo, fue atacada por una de sus famosas corazonadas, e imaginó entonces con pelos y señales a su clienta en el garaje techado de un hotel de Puerto Madero esperando que su esposo bajara con su amante secreta -presenta el autor a la protagonista en las primeras líneas del libro-. Era viernes, estaba terminando la hora de la siesta, y Cora le había informado que el infiel solía despedir a su joven secretaria hasta el lunes con un revolcón amoroso; después la dejaba en su departamento del centro y él seguía viaje hasta Nordelta, donde lo aguardaba un despreocupado fin de semana de golf, asado y calor familiar».
A pesar de que la historia transcurre en el espacio temporal de la última década en la ciudad de Buenos Aires, el autor escribió la novela a la distancia: becado por el Mozarteum Argentino, Fernández Díaz tipeó en una mesa del café Le Lutétia de la Île Saint-Luis.
Cora Bruno, la protagonista, es una detective de infidelidades y, a la vez, una teórica del amor que se involucra en el sufrimiento de sus clientes. Cuando una gran agencia de seguridad controlada por hombres la contrata, ella entra en el mercado de las infidelidades de alta gama, un giro que la lleva a enfrentarse con la muerte
Entre referencias literarias y cuestiones más vinculadas a la escritura, el autor recuperó durante la charla una anécdota de hace ya casi quince años cuando su amigo, el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez lo llamó para despedirse, en su lecho de muerte. «Tomás me dio un paquete con un regalo que, hasta el día de hoy no he podido abrir. Y un último consejo: ‘Por alguna razón, vos conocés la naturaleza femenina. Seguí por ese lado’. Yo no le hice caso en ese momento».
Fernández Díaz reconoció la asertividad de su amigo que notó qué tan fino podía hilar al momento de entender los secretos, gustos y contradicciones femeninas. Su bestseller «Mamá» lo llevó primero al corazón de una mujer. Después, vinieron otros ensayos, con distintos formatos. «En el programa de Lanata mi rol era como columnista político pero empecé a hacer el personaje del Dr. Amor y se convirtió en un éxito hasta que me sentí harto. Me cansó porque siempre me gustó ser muchas personas», confesó.
Para escribir «Cora» volvió a escuchar el consejo de su amigo y recobró otra de esas personalidades: la de detective. «Trabajé durante unos años como periodista policial y en ese rol me podía dar el lujo de jugar al detective», recordó Fernández Díaz quien, en los últimos años, conversó y entabló amistad con varios detectives privados para conocer en profundidad cómo es el oficio y el mundo en el que se mueven. En cuanto a la capacidad de interpretar a las mujeres, arriesgó que se debe a que vive rodeado por ellas: «A lo largo de mi vida me hice muchísimas amigas mujeres. Y si uno las escucha, ahonda en sus miedos y contradicciones, no suelen ser como aparecen representadas». El libro, por otra parte, comienza con un agradecimiento a su mujer, Verónica Chiaravalli, con quien acepta tener «discusiones bravas por una sola palabra»: «Ella fue mi musa, mi socia literaria y mi editora más severa. A ella le debo mi inspiración y el amor más intenso de mi vida».
Cora Bruno, la protagonista, es una detective de infidelidades y, a la vez, una teórica del amor que se involucra en el sufrimiento de sus clientes. Cuando una gran agencia de seguridad controlada por hombres la contrata, ella entra en el mercado de las infidelidades de alta gama, un giro que la lleva a enfrentarse con la muerte.
Al ser consultado sobre si «Cora» será el comienzo de una nueva trilogía, el autor respondió que no lo sabe porque suele ser «muy caprichoso» al momento de escribir. «Necesito que la idea me divierta y me entusiasme. Soy caprichoso porque la literatura es lo que hago en el recreo, los temas importantes como la economía y la política y la economía me encuentran en el aula. Entonces, al momento de escribir ficción necesito que me entusiasme, pasar un buen rato», contó el escritor que, cuando está «en el aula», escribe columnas en el diario La Nación en las que disecciona la coyuntura política y económica.
«Sacar un libro hoy es un acto de fe», reconoció Fernández Díaz sobre la posibilidad de que la novela se convierta en un éxito editorial «en el medio de la recesión profunda en la que estamos».
Sin embargo, se mostró confiado a cierta capacidad de la literatura y del mundo editorial de transitar las peores crisis, a la luz de la experiencia que dejó la pandemia: «Nos dijeron que era el fin de los libros. Que miles de librerías cerrarían. Y esto no pasó. En el exterior, al menos, cada vez se imprimen más y el público juvenil revitaliza el mercado. Los libros nos sorprenden». Y sumó otra dimensión para juzgar el destino que pueda tener su nuevo libro: «Cora busca ser una novela refugio, quiero que el lector se mude a su interior porque un libro es exitoso cuando el lector se desvela y se queda leyéndolo hasta las tres de la madrugada, es otra medida del éxito».