Trump firmó este lunes un decreto que impone un arancel del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio de Estados Unidos, una medida que golpea fuertemente a sus vecinos como Canadá y México y también países de la región como Brasil y Argentina que figuran entre los principales proveedores de esos materiales estratégicos.
“Todo el acero que venga a Estados Unidos va a tener un 25% de tasas”, ya había anticipado Trump a los periodistas el domingo por la noche, mientras volaba de regreso desde New Orleans tras presenciar el Super Bowl, la final de fútbol americano. “Aluminio también”, agregó, colocando a varios países en alerta por el posible impacto de esta movida.
Finalmente este lunes oficializó la medida con la firma de una orden ejecutiva. «Hoy simplifico nuestros aranceles sobre el acero y aluminio», dijo Trump en el Salón Oval mientras rubricaba el decreto. «Es un 25%, sin excepciones ni exenciones», agregó.
También dijo que analizaba imponer sanciones adicionales a automóviles, productos farmacéuticos y chips informáticos.
Durante su primer mandato, Trump había también impuesto aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio, argumentando que eran metales vitales para la seguridad nacional. Pero más tarde concedió cuotas libres de impuestos a varios socios comerciales, entre ellos Canadá, México, Brasil y Argentina, con algunas condiciones. Pero esos arreglos no fueron inmediatos y provocaron muchas complicaciones a las exportaciones.
De hecho, los impuestos a las importaciones de la Unión Europea (UE) no se resolvieron hasta que la administración Biden asumió la Casa Blanca.
Trump desterró las expectativas al aclarar este lunes que ningún país recibiría exenciones.
El anuncio se produce poco después de que Trump aplicara la semana pasada un 25% de aranceles a todos los productos provenientes de México y Canadá, aunque luego pospuso la medida por un mes cuando los gobiernos mexicano y canadiense acordaron reforzar militarmente sus fronteras para frenar la inmigración y el tráfico de fentanilo.
Y también luego de la suba de un 10% a todas las importaciones desde China, en teoría porque el gobierno chino no detuvo el flujo de fentanilo, una decisión que desató la represalia de Beijing.
La respuesta de China
Precisamente este lunes entraron en vigor las medidas impuestas por China en réplica a las de Trump: incluyen un impuesto fronterizo del 15% sobre las importaciones de productos estadounidenses específicos como el carbón y gas natural licuado. También un arancel del 10% sobre el petróleo crudo estadounidense, la maquinaria agrícola y los automóviles de gran cilindrada.
También las autoridades chinas lanzaron una investigación antimonopolio sobre el gigante tecnológico Google, mientras que PVH, el propietario estadounidense de las marcas de diseño Calvin Klein y Tommy Hilfiger, fue agregado a la lista de «entidades poco confiables» de Beijing.
China también impuso controles a la exportación de 25 metales raros, como el tungsteno, algunos de los cuales son componentes clave para muchos productos eléctricos y equipos militares.
Beijing acusó a Washington de hacer «acusaciones infundadas y falsas» sobre su papel en el comercio del opioide sintético fentanilo para justificar la medida. En una queja presentada ante la Organización Mundial de Comercio, China dijo que los impuestos a las importaciones de Estados Unidos eran «discriminatorios y proteccionistas» y violaban las reglas comerciales.
Se esperaba que Trump hablara con su homólogo chino, Xi Jinping, en los últimos días, pero el presidente estadounidense ha dicho que no tenía apuro. Algunos expertos estiman que, si bien China no es un exportador importante de acero y aluminio hacia Estados Unidos, la medida puede ser también un disparo por elevación a Beijing, que tiene el dominio de la industria del acero y el aluminio a nivel global.
En estos tiempos tiene exceso de esos metales, lo que resultó en una baja internacional del precio, algo que preocupaba a los sectores siderúrgicos de EE.UU.
En su diálogo con periodistas, Trump también sugirió sin dar precisiones que otros países también recibirían aranceles, una promesa de campaña de imponer tarifas al mismo nivel que se imponen a los productos estadounidenses. El jefe de la Casa Blanca se ha quejado en repetidas ocasiones de que los aranceles de la Unión Europea a las importaciones de automóviles desde EE.UU. son mucho más altos que los gravámenes estadounidenses.
La política arancelaria de Trump causa preocupación entre los expertos que alertan que, más allá del impacto en el comercio global, la suba de tarifas podría golpear el bolsillo de los estadounidenses por la suba de precios de los productos involucrados.
Por ejemplo, Trump impuso un arancel del 50% a las importaciones de lavarropas en 2018 y los investigadores estimaron que su valor aumentó alrededor de un 12% como consecuencia directa de la medida. Eso significó que los consumidores estadounidenses pagaron alrededor de 1.500 millones de dólares adicionales al año en total por estos productos.