El megaoperativo “Operación Andina” fue ejecutado por la policía Federal en Chubut, La Matanza (provincia de Buenos Aires) y Capital Federal.
Cinco de esos allanamientos se hicieron en Puerto Madryn, Chubut, en donde cayó un comerciante boliviano al que le incautaron una considerable cantidad de cocaína, armas de fuego, vehículos, balanzas de precisión y dinero proveniente, presuntamente, de la venta de estupefacientes. Los otros procedimientos se efectuaron en el conurbano bonaerense y en Capital Federal.
Al supuesto “narco” de Madryn, que tiene 60 años y que registraría antecedentes por infracción a la ley de drogas, lo aprehendieron luego de requisarle el domicilio, locales comerciales y depósitos del rubro ferretería- bulonería.
A esta persona le secuestraron también celulares y una notebook con datos y números telefónicos de supuestos contactos, y una sustancia polvorienta que sería de las que se usan para el “estiramiento” de drogas.
La policía lo considera uno de los miembros de la organización narco-criminal desarticulada, que se dedicaba a la elaboración, acopio, traslado y comercio ilegal de estupefacientes con base operativa en el partido de La Matanza. Con él cayeron otros dos hombres y una mujer (todos extranjeros), que fueron detenidos durante las operaciones llevadas a cabo el fin de semana en el conurbano bonaerense, Capital Federal y Madryn, en las que incautaron un total de “siete kilos de cocaína”.
Según pudo saberse, las operaciones fueron encabezadas por personal de la “DUOF” (División Unidad Operativa Federal) Puerto Madryn, que depende de la Agencia Patagonia Sur Comodoro Rivadavia de la Policía Federal Argentina. Y se llevaron a cabo luego de más de un año de pesquisas: así se pudieron llevar adelante allanamientos en cinco propiedades en Puerto Madryn, tres en la provincia de Buenos Aires y una en la ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el fin de desbaratar una banda de narcotraficantes compuestas por bolivianos, colombianos y peruanos (de allí el nombre del mega operativo).
De acuerdo al detalle al que tuvo acceso Crónica, las diligencias procesales autorizadas por el Juzgado Federal de Rawson fueron ejecutadas en Puerto Madryn, en los barrios San Miguel, Presidente Perón, Güemes y Pujol. En algunos de los domicilios funcionaban locales comerciales y depósitos del rubro “ferretería/bulonería” que son propiedades de un hombre de 60 años, de nacionalidad boliviana que cayó detenido y que registraría antecedentes por infracción a la ley de drogas.
Asimismo, en la provincia de Buenos Aires se efectuaron otros tres allanamientos en viviendas ubicadas en la localidad de Villa Celina, mientras que en Capital Federal se allanó un departamento situado en el barrio de Caballito. La investigación determinó que la droga procedía de Perú y que tenía como destino la provincia de Buenos Aires, desde donde se distribuía a diferentes proveedores de la Argentina, entre ellos al supuesto “vendedor” detenido en Puerto Madryn.
En otro dato que trascendió, se supo que el traslado de la droga desde la provincia de Buenos Aires hacia otras ciudades del interior del país se hacía con la utilización de “mulas”, que se movían en empresas de transporte de larga distancia “con la droga adherida al cuerpo o disimulada en prendas de vestir”. Una mujer de nacionalidad peruana, de 65 años, era la encargada de trasladar la “pasta base de cocaína” desde Perú hacia la Argentina y la misma fue detenida en uno los domicilios allanados en Villa Celina, en donde se secuestró la mayor cantidad de clorhidrato de cocaína.
Ahí también incautaron más de dos kilos y medio de sustancia que es usada para el corte y estiramiento de la droga, como también una prensa hidráulica, balanzas de precisión, moldes, dinero en efectivo (recaudado presuntamente con el narcotráfico), teléfonos y otros elementos vinculados a la causa.
En otras de las viviendas allanadas en Villa Celina se detuvo a una persona de 55 años –también de nacionalidad boliviana- que cumplía la función de “mula”. A este individuo la policía Federal lo sorprendió al momento en que se encontraba preparándose para viajar, aparentemente a Madryn, trayendo alrededor de 3 kilos de cocaína, distribuidos en paquetes acondicionados en prendas de vestir que –llamativamente- habían sido recubiertos con una sustancia grasosa para evitar ser descubiertos por los perros detectores de narcóticos si el micro llegaba a ser parado en algún control rutero y fuese controlado en cualquiera de las terminales de ómnibus.