«Ustedes habrán observado que se desató una crisis importante con la caída del gobierno y una serie de medidas que están en evolución. Ahora lo importante es que tenemos registrados muy pocos argentinos y varios turistas. Felizmente ninguno está con dificultades mayores, más de las que tienen por estar allí», sostuvo el funcionario.
Según indicó en diálogo con Radio Mitre, en el caso de los turistas, cuando se reabran los aeropuertos podrán salir. Actualmente todos los aeropuertos del país permanecen cerrados por orden del ejército. «No podemos enviar al cónsul», explicó.
El concurrente confirmó que tienen registro de ocho argentinos viviendo en el país, aunque el número podría rondar las veinte personas. Esto se debe a que, según explicó, usualmente se registra una persona cada tres ante las embajadas. «Entre los turistas se han comunicado unos 10 al momento. Afortunadamente no hay ningún herido y ningún muerto. Hemos hablado con varios. Lo importante es que estamos haciendo un seguimiento», indicó.
Quizás el caso más complejo es el de unos turistas que se estaban quedando en un hotel que fue incendiado por los manifestantes. «Perdieron los documentos y tendrán complicaciones para salir pero ese tema se va a resolver con el correr de las horas», tranquilizó Caucino.
El funcionario además brindó un análisis de la situación de inestabilidad que derivó en la crisis. «Es un país de 32 millones de habitantes, entre dos gigantes como son India y China. Hay alta inestabilidad política, tuvo una monarquía hasta comienzos de los 2000. En las últimas dos décadas tuvo gobiernos que duraron poco, fueron 12 en los últimos 20 años. Es un sistema político particular, que atraviesa una crisis importante», remarcó.
En las últimas horas el Ejército de Nepal se ha desplegado en todo el país para intentar contener la espiral de violencia, saqueos y destrucción que ha sumido a la nación en el caos, con un toque de queda nacional extendido hasta el jueves y un sistema penitenciario colapsado tras la fuga de más de dos mil presos.
Las fuerzas armadas, que tomaron el control de la seguridad desde la noche del martes, patrullan las calles con altavoces pidiendo a la población que no se una a las protestas. En un comunicado, el Ejército admitió que, a pesar de su despliegue, los «actos de saqueo, incendios y pérdidas de vidas» han continuado en varias partes del país.
Hasta el momento, 27 personas han sido arrestadas por «actividades destructivas». Las autoridades informaron de la incautación de un arsenal de más de 30 armas en Katmandú y Pokhara, y de la recuperación de 3,37 millones de rupias (unos 25.000 dólares) procedentes de saqueos.
Esta situación es el resultado de una masiva revuelta juvenil que estalló el lunes contra la corrupción y una prohibición gubernamental de redes sociales. La violencia de las protestas forzó el martes la dimisión del entonces primer ministro, K.P. Sharma Oli, pero su renuncia no detuvo el caos, que culminó con el asalto e incendio del Parlamento.
Fuentes de seguridad informaron a la agencia EFE que los manifestantes ayudaron a forzar las puertas de las cárceles en casi todos los distritos. Más de dos mil reclusos han escapado en los últimos dos días después de que los guardias abandonaran sus puestos.
En un motín en un complejo penitenciario en Banke, cinco personas murieron por disparos de la Policía. En Kapilvastu, huyeron más de 400 presos, mientras que 260 lo hicieron de la prisión de Gaur. En Kaski, 773 reclusos fueron liberados después de que la multitud desbordara a los guardias, según confirmó a EFE el director de la prisión, Rajendra Sharma.
A la anarquía en las calles se suma la destrucción de los principales símbolos del poder. Decenas de ministerios dentro de Singha Durbar, el complejo administrativo central de Nepal, fueron incendiados por los manifestantes el martes. «La Oficina del Primer Ministro (…) sigue ardiendo», relató a EFE la testigo presencial Shaina Shrestha.
El poder judicial también ha quedado paralizado después de que el edificio de la Corte Suprema fuera completamente destruido por el fuego, lo que ha forzado la suspensión indefinida de todas las audiencias.