En un histórico juicio por los crímenes contra presos comunes en el penal de Devoto cometidos en la madrugada del 14 de marzo de 1978, el Tribunal Oral Federal 5 de CABA consideró que los hechos conocidos como Masacre del Pabellón Séptimo fueron graves violaciones a los derechos humanos y condenó a dos ex oficiales del Servicio Penitenciario Federal.
Los jueces Nicolás Toselli, Adriana Palliotti y Daniel Obligado consideraron culpables al exdirector del penal de Devoto Juan Carlos Ruiz y a Horacio Martín Galíndez, exjefe de la División Seguridad Interna del penal, y los condenó a 25 años de prisión por los tormentos seguidos de muerte de 65 detenidos y los tormentos a 88 sobrevivientes. El tercer acusado, el celador Gregorio Zerda, fue absuelto y liberado.
Las penas otorgadas a Ruiz y Galindez coincidieron con las que había solicitado la querella encabezada por las abogadas Claudia Cesaroni y Natalia D’Alessandro, quienes al terminar la audiencia hablaron con familiares y sobrevivientes, una charla transmitida por el medio comunitario La Retaguardia.
“Hay que valorar enormemente que haya habido una sentencia condenatoria, que se haya calificado ese crimen como grave violación de derechos humanos y por lo tanto no prescripto. Era una posibilidad que absolvieran a Zerda, que era un celador y seguramente argumentaron que no tenía capacidad de decisión, pero vamos a apelar con la fiscalía esta decisión. Hay que analizar los argumentos para ver si también apelamos la calificación”, señalaron las abogadas.
“Hace 14 años que teníamos una causa archivada, un motín de los colchones (como fue difundido el caso por los medios durante la dictadura), víctimas que ni siquiera se reconocían como tales, familiares que pensaban que ni siquiera había un caso. Estamos orgullosas del trabajo realizado y puede ser un punto de partida para seguir”, añadieron.
El Tribunal no consideró que se haya tratado de crímenes de lesa humanidad sino que se trató de graves violaciones a los derechos humanos, que no prescriben, pero para la querella esto podría sacar la causa de la justicia federal hacia la justicia ordinaria, lo que podría afectar en qué fuero sigue lo que resta de la investigación, en la que está procesado el ex juez Guillermo Federico Rivarola por encubrir la masacre que tenía que investigar.
Además de la absolución de Zerda, el Tribunal tampoco receptó los otros pedidos de medidas reparatorias de la querella, como la preservación del edificio del penal de Devoto como espacio de memoria, la rectificación de la información publicada en 1978 por los diarios Clarín, Crónica y La Nación y que se garanticen las condiciones de detención de las personas detenidas en el penal actualmente.

Los hechos ocurrieron en la madrugada del 14 de marzo de 1978, cuando una requisa extremadamente violenta ingresó al pabellón séptimo a los golpes contra los detenidos, quienes se resistieron y colocaron sus camas de hierro para bloquear el paso. Cuando no pudieron ingresar, los guardias comenzaron a disparar gases lacrimógenos y balas de plomo desde detrás de las rejas y se desató la masacre.
Para cubrirse de los disparos, los presos colocaron sus colchones sobre las camas, que luego se prendieron fuego. Se desconoce cómo se inició el incendio pero el pabellón entero se cubrió de humo y fuego en muy poco tiempo.
Los guardias dejaron que el fuego siguiera, sin intentar apagarlo ni permitir a los detenidos salir del pabellón. “Lo único que hizo el Servicio Penitenciario fue dejarnos morir cocinados, asfixiados y cuando quisimos respirar asomándonos por las ventanas nos bajaban a balazos”, reconstruyó Hugo Cardozo en la causa.
El fuego se apagó cuando se terminó de consumir lo que quedaba en el pabellón. Ahí recién abrieron las rejas y quienes pudieron salir caminando, fueron recibidos con más golpes y bastonazos.
El caso estuvo silenciado durante muchos años. Recién a partir de la investigación de Cesaroni volcada en el libro «Masacre del Pabellón Séptimo» , comenzó a dejarse de lado la versión de la dictadura de que se había tratado de un motín estos hechos dejaron de conocerse como “motín de los colchones”. Y este jueves, 47 años después, familiares de los presos y sobrevivientes de la masacre consiguieron un poco de justicia.
