Después de haber tenido ocho semanas exitosas en Madrid, la novela «El corazón del daño», de la escritora, traductora y poeta María Negroni, llega en enero al teatro porteño con dirección y adaptación de Alejandro Tantanian y protagonizada por Marilú Marini para desafiar la potencia de la representación de una obra que escapa a encasillamientos y clasificaciones logrando desplegar las dimensiones de una mujer al asumirse como escritora.Publicada en 2021 por el sello Penguin Random House, la novela ya va por su novena edición y entre los lectores a los que llegó está el dramaturgo y director de teatro Tantanian, quien supo, al terminarla, que iba a llevarla a un escenario. Con el visto bueno de Negroni, el proyecto de adaptación se puso en marcha con lecturas, selección de fragmentos y revisiones del texto, un proceso en el que también participó la escritora.
En diálogo con Télam, la también autora de «Pequeño Mundo Ilustrado» y «La anunciación» contó que le preocupaba que se transformara solamente «en una obra sobre la relación entre una madre y una hija, porque el libro es eso y muchísimo más». Tras ver la puesta que ya se hizo en el Teatro Español de Madrid confirma que «en eso que se transformó está muy bien».
«No hay una sola cosa que esté cambiada, se nota el trabajo con la lengua», afirma en una charla que tiene lugar durante una tarde primaveral de Buenos Aires.
Distinguida con la Beca Guggenheim en poesía y el Premio Internacional de Ensayo Siglo XXI, Negroni es la impulsora de la maestría de Escritura Creativa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y entre sus próximos proyectos está la publicación en España de «La idea natural», un libro sobre el naturalismo, y la escritura de una obra de poesía que va a salir también en Argentina editada por el sello Pre-textos. Además, adelanta que está en marcha la publicación de toda su obra, que incluirá sus libros previos a este éxito en el que se convirtió «El corazón del daño».
Desde el 17 de enero se podrá ver en el Teatro Picadero cómo la voz de esa narradora
que dice que su madre «siempre fue la dueña del lenguaje» y define a la literatura como «una forma elegante del rencor» es asumida por Marini, en un monólogo que estará ocho únicas semanas en cartel.
-¿Cómo fue la propuesta de adaptación?
– Me llamó Alejandro Tantanian cuando leyó el libro y me dijo que quería hacer una obra, me dio miedo porque en la novela hay mucho trabajo con el lenguaje y quería que eso se viera. No quería que se transformara en una obra sobre la relación entre una madre y una hija, porque el libro es eso y muchísimo más. Él me dijo que estaba de acuerdo y que iban a respetar casi hasta la última coma. Y eso es verdad. Para esto me propuso que hiciéramos un recorte del libro, yo había hecho una primera selección de fragmentos, nos reunimos para leerlos y duraba como dos o tres horas, así que volvieron a cortar. Si el libro iba al hueso, esto más todavía. Elegimos núcleos como infancia, adolescencia o militancia. Hay cosas que quedaron afuera. Seleccionábamos escenas, qué cosas tenían o no que estar.
Después vino la etapa de la puesta en la que no participé. Alejandro me iba escribiendo contándome qué iban cortando. La vi como cinco veces. El primer día estuve viendo qué habían hecho, fijándome si respetaban cómo estaba escrito. Pasó ese examen, el segundo día fui entrando de a poquito, recién el quinto día me relajé. El libro son palabras, estás vos con las palabras, y el silencio y tu imaginación. En una obra de teatro hay otras cosas, hay un cuerpo, gestos, frases, está la centralidad de la voz. La quinta fue la primera vez que me relajé y dije ‘esto es otra cosa a partir de lo que yo hice’ y en eso que se transformó está muy bien. Me relajé y lo pude disfrutar.
-El libro tiene poesía, ensayo, crónica. ¿Cómo fue el trabajo para sostener esa diversidad de géneros?
– Eso está como en el libro pero no está todo. La obra respeta eso de lo fragmentario. Es un monólogo de la hija. La madre aparece invocada, evocada, pero es la voz de la hija la que la trae. En momentos hay un silencio y se escucha la voz en off de la misma actriz con fragmentos de los autores y autoras citados en el libro. No hay una sola cosa que esté cambiada, se nota el trabajo con la lengua.
-¿Cómo tomaste la decisión de que Marilú Marini fuera la protagonista?
– Marilú Marini es un lujo, una señora actriz y además la conocí personalmente y es conmovedora porque tiene mucha vida atrás. Nació en Mar del Plata, tuvo una madre rígida, autoritaria, con una cosa complicada con la infancia. Después vino a Buenos Aires al Instituto Di Tella, más tarde se va al exilio con la dictadura y le pasa de todo. Tiene un compañero en este momento y una hija. Conocerla fue muy lindo porque una de las cosas que siempre me han perturbado es que cuando pensás en mujeres exitosas en el arte, en la cultura, ves sus vidas personales y son tremendas. Hay muchas suicidas, otras que nunca hicieron parejas, no tuvieron hijos o los abandonaron. Las estudié. Y ella tiene esa cosa completa. Es una excelente actriz que ama lo que hace. Tiene potencia y oscuridad como actriz y eso es importante para este texto.
-El libro fue muy leído y tuvo mucha circulación, ¿te sorprendió la repercusión?
-El libro se sigue leyendo, me sorprende cada vez que me llama la editora para contarme las novedades. Quizás tiene que ver con la relación con las hijas. Acá, en Argentina va por la novena edición, se ha leído mucho. En España acaba de salir, entonces que haya estado las 8 semanas con localidades agotadas es un montón. En la vida y en la literatura las cosas son más complejas, como decía una amiga venezolana. En mi caso me costó legitimar que era una mujer escritora, me costó legitimar que quería escribir, después transformarme en una escritora, después los problemas de pareja, los problemas políticos pero de ahí a idealizar a la figura de las mujeres no porque tenemos muchos problemas.
-En ese sentido, ¿cómo ves a las nuevas generaciones? ¿Cuáles son los desafíos de esta etapa?
-Cada época tiene sus propios desafíos y uno aprende mucho de los errores, es un constante empezar de nuevo. Veo a las chicas que tienen más o menos 40 años y están haciendo la maestría y se encuentran con otros problemas, por ejemplo cómo hacer para autopromocionarse, la cuestión de las redes que también es muy confusa y lleva a malos caminos, te marea. Hay como una especie de ilusión, de éxito. En realidad la escritura es difícil. Por ejemplo, una alumna mientras cursaba la maestría tuvo 3 hijas, da clases en una escuela primaria, escribe, tiene problemas económicos, de pareja. Fácil no es.
Otra cosa que no existía en mi época era el tema de las agendas del mercado literario, ahora la gente joven se ve muy presionada por el tipo de libro que tiene que escribir. Se terminan proponiendo libros sobre los temas que venden, les va bárbaro y les piden que vuelvan a hacer el mismo producto una y otra vez y no pueden, entonces eso termina en un fracaso. Son éxitos de corta vida.
A los editores de Penguin Random House les gustaría que mi próximo libro sea «El corazón del daño 2» y pueden sentarse en un banquito porque ese libro ya existió, ahora tengo que hacer otra cosa.