clases magistrales de educación pública en Plaza de Mayo


La universidad de la calle da cátedra en la Plaza de Mayo. Bajo este sol tremendo del martes, aula a cielo abierto de primavera, ágora del conocimiento en teoría y práctica de la resistencia popular. Lección magistral de docentes y estudiantes en lucha frente al oscurantismo y el sablazo presupuestario libertario.

Foto: Gentileza Tomas Jimenez

Argentum virtus robur et studium, es el lema en latín de la UBA, mi amigo, la virtud argentina es la fuerza y el estudio. De ahí venimos, acá hay saberes, conocimientos, pensamiento crítico, esfuerzo y una historia de defender la educación pública. No nos han vencido ni lo harán”, dice bajo la sombra flaca de un plátano Cristian Antiba, profe de Electrónica experimental. El docente tiene aires dignos de Arquímedes. Se arrimó desde Rosario para sumar sus saberes a las 100 clases públicas que florecen frente a la Casa Rosada enrejada. Los escuchan atentos sus discípulos, Federico y Lucas, avanzados estudiantes de Física. Los pibes saben que dios no juega a los dados, la respuesta para defender a la universidad debe ser colectiva. A coro expresan su hipótesis: “Es ideológico el ataque de Milei, pero sobre todo económico. Hay interesados que se afilan los dientes para morder y arancelar. No les conviene la universidad pública, porque te enseña a pensar, a ayudar al otro, a progresar. Ellos sólo la ven como un negocio”.

Foto: Gentileza Tomas Jimenez

Nunca seré policía

A pasitos de los cosacos de la Policía Federal enseña Biofísica la ayudante Flavia Prietto. Trabaja diez horas semanales en el CBC de la sede de Ciudad Universitaria. Cobra 101 mil miserables pesos. “Es un salario de indigencia. Muchos docentes renuncian, porque la situación es insostenible. En paralelo, desfinancian la ciencia, no hay insumos para investigar”, denuncia la profe y sigue con sus clases sobre calorimetría y termodinámica. Un uniformado mira con atención la pizarra. Quizá recuerda la voz sabia de algún amigo: “Estudiá, no seas policía”.

Juan Manuel vino en nombre de los graduados. Es arquitecto egresado con honores de la Universidad de Buenos Aires. Agita un cartel que reza “Milei, la UBA también tiene las facultades alteradas”. Hace un rato, el presidente de rala melena peinada por la mano invisible del mercado salió al balcón de la Rosada y recibió un baño de pueblo. Mejor dicho, un baldazo de agua fría: estudiantes y docentes no le cantaron feliz en su día por su onomástico. Le dedicaron un grito de resistencia: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”. El león libertario huyó como rata por tirante. “Ellos quieren un pueblo que sea ovejas, para que se las coma el león. Nos llevan al matadero, por eso estoy acá peleando”, se despide el arquitecto.

Crítica de la razón cínica

Universitarios, docentes, médicos, enfermeros, trabajadores de la AFIP, discapacitados y los siempre relegados jubilados. Las víctimas de la motosierra se multiplican ad infinitum cerca de la Pirámide de Mayo. Un profe de Sociales hecha luz sobre las tinieblas del eterno retorno neoliberal. “Es que este gobierno sostiene ideas oscurantistas, mítico-religiosas, ni siquiera se acercan al sentido común. Por ahí tendrían que leer un poco más. Los libros no muerden”, reflexiona Gustavo, estudiante de Sociología de la UBA.

Cínicas. Así describe las políticas libetarias el profesor Pablo Fernández Larrosa. Dicta Neofisiología Integrativa en Exactas. Suma también horas de investigación en el desfinanciado Conicet: “Hablan de que vienen buenas noticias, y la realidad te dice que hay 55% de pobreza. Eso es cinismo, porque sus políticas no buscan el bienestar común”. Sobre la biblioteca neoclásica ultraliberal que cita como paradigma salvador el mesiánico líder libertario, Pablo piensa y luego exige mientras mira con rabia el edificio apagado de la Casa Rosada: “No hay evidencia científica de la eficacia de esas ideas. Más que licenciado, Milei parece un seguidor de una pseudociencia. Puro pensamiento mágico. Nos llevan de nuevo a épocas oscuras, lo veo en los docentes que renuncian, en los estudiantes que se angustian porque no saben si van a tener que pagar para estudiar. Hay que estar unidos, peleando todos juntos por la educación pública”.

Foto: Gentileza Tomas Jimenez

Termina la clase de Fitopatología. Sofía y Pilar, estudiantes de Biología, esta tarde tórrida aprendieron sobre bacterias, toxinas y hongos. También se llevan frescos en la mente otros saberes. Dan lección: “Estuvimos en las marchas federales, en las tomas y hoy quisimos estar en las clases públicas.  Profes y estudiantes estamos todos juntos, defendiendo nuestro futuro, el de nuestro país. ¡Viva la universidad pública!”. Sobresaliente se llevan las pibas como calificación. Un bocho en Pedagogía de los oprimidos.

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