Clase magistral en distrés respiratorio neonatal


Clase magistral en distrés respiratorio neonatal

Este síndrome se produce cuando existe carencia de surfactante pulmonar en el neonato, sustancia natural cuya misión principal es favorecer el intercambio de gases, la respiración, impidiendo el colapso alveolar.

El surfactante, que combina lípidos y proteínas formando una capa tensoactiva que ayuda a mantener la apertura y estabilización de los alveolos, comienza a generarse en el útero materno a partir de la semana 23 ó 24 de la gestación.

Este déficit de surfactante puede provocar síntomas como dificultad para respirar, aceleración respiratoria, labios, mucosas y dedos azulados (cianosis), apnea respiratoria, aleteo nasal, quejidos, ronquidos y movimientos respiratorios inusuales.

El síndrome de distrés respiratorio (SDR) afecta en mayor medida a los bebés con un menor desarrollo pulmonar, especialmente a niños y niñas prematur@s con un peso de entre 750 a 1.000 gramos tras el trabajo de parto o una cesárea.

Nacer es uno de los eventos más complicados a los que se enfrenta el recién nacido, puesto que tiene que pasar en pocos segundos de la vida uterina, donde respira a través de la placenta materna, a su nueva vida extrauterina, donde necesita la funcionalidad total de sus pulmones”, expone.

“Cambios vitales que desde fuera parecen sencillos, pero que implican una serie de transiciones de la fisiología respiratoria y del sistema cardíaco que son extraordinariamente importantes”, destaca el también presidente de seNeo.

Distrés respiratorio.
Acceso al vestíbulo principal de la Maternidad del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid. EFE/GRB

Distrés respiratorio en el bebé recién nacido a término o prematuro

No es infrecuente que se diagnostique el síndrome de distrés respiratorio en niños y niñas recién nacid@s a término, incluso después de una cesárea, cuando no se ha producido el trabajo del parto y los pulmones todavía contienen líquido amniótico.

“La función respiratoria se normalizará en apenas unas horas en la gran mayoría de casos; aunque, en ocasiones, tendremos que ayudarles mediante dispositivos de presión positiva continua (cánulas colocadas en las fosas nasales) y, posiblemente, con oxígeno suplementario”.

Aún así, se producen situaciones algo más complicadas debidas no sólo a que el líquido amniótico natural continúe en los pulmones, sino que podrá mediar una infección o un problema oculto, como una cardiopatía congénita.

“En estos casos, que son los más graves, será necesario, muchas veces, utilizar equipos de ayuda respiratoria, ventilación CPAP e intubación endotraqueal, antibióticos y facilitar, en algunos casos, surfactante pulmonar exógeno”, aclara.

La terapia con surfactante exógeno, que puede ser natural (extraído de pulmones de bovino y cerdo) o artificial (sintético), mejora la función pulmonar, llevando a una rápida mejoría en la oxigenación y obteniendo una disminución en el grado de soporte ventilatorio.

El surfactante exógeno disminuye, además, el riesgo de neumotórax y la mortalidad neonatal en un 40 % de los casos estudiados.

Distrés respiratorio.Distrés respiratorio.
Una madre accede con su bebé a la Maternidad del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. EFE/GRB

La causa más frecuente de distrés respiratorio se da en los niñ@s que nacen antes del tiempo, l@s bebés prematur@s.

“Nos encontramos ante la falta de madurez de todo el sistema respiratorio por un un nacimiento antes de que se haya completado la gestación fetal, fundamentalmente antes de la semana 30, cuando el feto pesa alrededor de 1.300 gramos o menos”, manifiesta el neonatólogo.

“La falta de surfactante del propio bebé sería la causa primaria, a lo que se podrían añadir el desarrollo incomplento de las vías respiratorios, la debilidad de su correspondiente musculatura, protagonista del esfuerzo respiratorio, y otra serie de factores orgánicos”, refiere.

“En estos casos, prácticamente entre el 30 y el 40 % de estos niños tienen un surfactante que llamamos poco maduro, poco preparado para realizar esa función tensoactiva en los alveolos pulmonares”, completa.

“Cuando sabemos que un bebé será prematuro podemos preparar al bebé antes de nacer, administrando a la madre tratamientos a base de corticosteroides prenatales con el fin de estimular la producción de este surfactante pulmonar en el recién nacido”, establece.

“Desde que empleamos esta medicación hemos comprobado una reducción muy significativa de los cuadros muy graves de dificultad respiratoria. Pero no sólo eso, también hemos visto que se reducen los cuadros de daño cerebral en estos niños que nacen de forma tan prematura”, evidencia.

En este mismo sentido, los cuadros clínicos más graves van a precisar que se administre surfactante pulmonar después del nacimiento.

“Son surfactantes exógenos que se administran desde hace ya muchos años, finales de los 90, con los que también se ha reducido de forma drástica las formas más graves de dificultad respiratoria”, incorpora a su argumentación.

“Por eso es fundamental que, ante el nacimiento o el riesgo de nacimiento de un bebé muy prematuro, estos niños y niñas sean tratados antes de nacer en centros hospitalarios y unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN) de alto nivel específicamente preparadas para el manejo de estos cuadros respiratorios”, plantea.

“Es imprescindible gran nivel de experiencia, equipos y personal suficientemente entrenado, no sólo para tratar bien y correctamente a estos bebés, sino para prevenir el daño que podrían provocar algunos tratamientos cuando no están bien indicados”, razona el Dr. Manuel Sánchez Luna.

“En general, el pronóstico de estos cuadros distrés respiratorio es bueno en el momento actual, porque disponemos de muchos recursos para reducir el problema de estos bebés, ya sean nacidos a término o de forma prematura, especialmente cuando son tan chiquitines“, dice.

Distrés respiratorio.Distrés respiratorio.

“Cuando la inmadurez es la situación predominante en el bebé, estos cuadros respiratorios, a veces, pueden llegar a cronificarse; y esta cronificación debemos reducirla al máximo posible mediante un trabajo sistemático de prevención”, enmarca el neonatólogo madrileño.

“Esta forma crónica de insuficiencia respiratoria, que ocurre fundamentalmente en bebés que nacen muy prematuros, normalmente niños y niñas de menos de 1.000 ó 750 gramos, la denominamos displasia broncopulmonar”, indica.

La displasia broncopulmonar (DBP) es una enfermedad pulmonar crónica que, como consecuencia de múltiples factores, añadidos a la inmadurez de la vía aérea, provoca una disminución del crecimiento y desarrollo pulmonar, dando lugar a una limitación en la función respiratoria de grado variable.

Este nacimiento de un bebé tan prematuro ocurre de forma inesperada en un buen número de ocasiones.

“A veces podemos retrasarlo, otras realizar un tratamiento, pero la mayoría de los casos, cuando el nacimiento es tan prematuro, por debajo de estos pesos (750 ó 1000 g), es casi inevitable que aparezcan consecuencias a medio y largo plazo”, apunta.

La displasia broncopulmonar es la secuela más frecuente relacionada con la prematuridad, sobre todo cuando el bebé nace en el límite de la viabilidad, es decir, entre las semanas 22 y 26 de gestación.

“Hasta en un 40% de los casos obedece a pulmones sin completar su desarrollo normal”, subraya el galeno.

“El pulmón detiene su crecimiento en las fases que denominamos canicular y sacular; situación que, junto con la exposición al oxígeno medicinal, los efectos de la respiración postnatal, la inflamación y diferentes aspectos nutricionales, genera un cuadro de insuficiencia respiratoria que puede mantenerse en el tiempo”.

Ahora, por ejemplo, se conocen mucho mejor las secuelas en el feto de la interrupción de la nutrición al producirse un nacimiento muy prematuro.

“Nuestra labor preventiva se enfocará, en este sentido, hacia la administración precoz del suficiente aporte calórico con el fin de reducir significativamente las secuelas de esta enfermedad respiratoria”, pone de relieve.

“Y si además lo combinamos con la alimentación del bebé prematuro con la leche de la propia madre, vamos a reducir todavía más estas formas graves de displasia broncopulmonar”, recalca.

El pronóstico de los bebés prematuros con DBP leve o de tipo 1, que ocasiona alguna limitación pulmonar, sobre todo cuando van creciendo en los primeros meses de vida, nos dice que esta displasia tenderá a desaparecer por completo con el paso del tiempo.

Los bebés con un diagnóstico moderado o grave (tipos 2 y 3) tendrán secuelas crónicas, puesto que el pulmón crece de forma anormal. Necesitarán respiradores, algún fármaco más y sufrirán infecciones o problemas de nutrición.

“Aún así, es cierto que en los últimos años las formas más graves de displasia broncopulmonar prácticamente están desapareciendo debido a un mejor cuidado de estos bebés, a un mejor conocimiento de la enfermedad”, afirma.

“Pero también cabe minimizar al máximo los desencadeantes al nacer en centros donde haya una alta cualificación del personal, la prevención ante los partos muy prematuros, la reducción de las infecciones y reducción de la exposición al oxígeno y a la ventilación mecánica”, añade.

“Y reitero otro factor preventivo para estos bebés: el correcto aporte nutricional y calórico desde el momento mismo del nacimiento, manteniendo en la mayoría de los casos la alimentación con la leche de su propia madre“, reitera.

Los niños y niñas con DBP crecerán con normalidad si les favorece el entorno respiratorio, nutricional y familiar.

Serán los contaminantes atmosféricos, las infecciones víricas o el humo tabáquico los factores principales que conseguirán desencadenar las crisis respiratorias más recurrentes.

Por lo tanto, el problema de salud no termina en la fase aguda del distrés respiratorio, sino que se mantiene o se puede mantener a lo largo del tiempo a través de enfermedades como la displasia broncopulmonar.

“Por este motivo, y otros tantos, insisto: es fundamental prevenir las formas crónicas de insuficiencia respiratoria que pueden llegar a desarrollar los niños y niñas que nacen más prematur@s”, concluye el jefe del Servicio de Neonatología del Gregorio Marañón.

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