‘Cantando con Adriana’ despide el año con otra función de ‘una misión de vida’


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La cantante, compositora y maestra jardinera Adriana Szusterman propondrá el sábado 16 en el porteño Teatro Broadway una nueva versión de su exitoso espectáculo «Cantando con Adriana» con más de dos décadas de vigencia, donde reunirá en escena, además, a su hija Julieta y a su padre Saúl, pianista de recientes 88 años.»Siento que toda mi vida me fui preparando para este momento sin saberlo, sin tener la menor idea, y finalmente ‘Cantando con Adriana’ resultó ser ese lugar autogestivo y familiar con un sello tan personal que hace que tres generaciones podamos reunirnos en escena», subraya Szusterman durante una entrevista con Télam.

Feliz y emocionada por poder compartir con papá Saúl e hija Julieta la función del 16 a las 17 en la sala sita en Av. Corrientes 1155, la artista y docente considera que «lo que hacemos, proponemos y llega». «No pasa por la producción con láser y la puesta de última generación, sino que conectar, entregarnos y hacer las cosas de verdad hasta ponernos la piel de gallina es lo ‘supermega'», expresó.

Pero junto con esa energía familiar, Adriana promete música en vivo, baile, escenografías, personajes como el Sapo, el perro Timoteo y el gatito Michu y un repertorio donde obra propia dialoga con clásicos de María Elena Walsh, Gaby, Fofó y Miliki y Julieta Magaña, entre otros aportes.

Szusterman, quien acaba de recibir el Premio Mujeres Empresarias de la Ciudad que otorga la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires, arriesga que «hacer música es para mí más que un trabajo, se trata de parte de mi misión de vida, de dejar huellas de alegría, de amor, de herramientas de unión».

– Télam: ¿En ese sentido tendrá una carga adicional este espectáculo de cierre para un año tan difícil y convulsionado?
– Adriana Szusterman: Si bien los niños no entienden de política o no tienen dimensión de todo lo que está pasando con el dólar o los precios, tampoco están ajenos a la energía que se vive en las casas, pero desde nuestro lugar, desde el arte, queremos transmitirles que necesitamos celebrar y darle alegría a las infancias, alegría a la familia y armar una fiesta. Sabemos que la realidad es dura y la situación general no ayuda, pero en lugar de quedándonos en la queja y la victimización, apostamos a crear nuestra propia burbuja donde encontrarnos y pasárnosla bien.

– ¿Le atribuís este camino a tu formación como maestra jardinera?
– Exacto. Desde mi lugar de maestra en el aula y siendo la única loca que tocaba la guitarra porque no había maestra de música en la escuela, descubrí que la música, además de alegrar y divertir, lograba unir ya que incluía a todos por igual, desde un lenguaje universal maravilloso.

– ¿Qué sucedía con la música para las infancias hace más de dos décadas atrás?
– Al empezar a indagar allí, yo sentía que todas las músicas iban dentro de un mismo estilo, muy de canción de cuna, y entonces me dije que los chicos tenían que tener la posibilidad de escuchar otros sonidos también para tener qué elegir. Y lo que empecé haciendo fue versiones de canciones de todos los tiempos de diferentes lugares, e incluso hice un disco de homenaje a María Elena Walsh, pero cambiando los géneros de las canciones y, por ejemplo, «Manuelita, la tortuga» fue un tango y «La vaca estudiosa» devino en súper folclórica y con mucha alegría. De entrada me puse a jugar, a imaginar otras posibles miradas sobre canciones ya conocidas.

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– ¿Y cómo surge la necesidad de expresarte a partir de canciones propias?
– El fantasmita se me cruzó por la cabeza, empecé a probar y mi primera canción se llamó «Cajitas de sorpresas» sobre la que tiempo después una mamá del público me avisó que había escrito sobre la Ley de Atracción. Fue una señal de cómo repercutía mi amor por los niños desde que tengo uso de razón y que pude plasmar teniendo claro que quería ser mamá y maestra pero combinado con la formación artística.

– ¿Qué pasó a partir de que hacías conocer lo que componías?
– Por un lado a los niños se copaban un montón y, por el otro, grandes músicos con los que trabajé me cuestionaban por la duración de las canciones, por ejemplo. Y yo les explicaba que nenes de dos años y medio que están en la primera sala de jardín tienen poco tiempo de atención y precisan de canciones más cortitas que de todas maneras estimulan sus sentidos y su vocabulario.

– ¿Cuál es tu mirada desde adentro acerca de la escena actual de los espectáculos para las infancias?
– A partir del boca en boca me parece que fui bastante pionera en lo que fue hacer música y teatro en tantas y tantas funciones que atravesaron el tiempo y que hace que adolescentes me paren en la calle y me digan que fui la banda de sonido de sus infancias. Sobre ese camino yo celebro que ahora haya una diversidad de géneros musicales, pero sí me parece importante que sea con respeto a las infancias porque siento que a veces se hacen cosas más para el adulto que acompaña que para el chico al que supuestamente está destinado. Pero sí está buenísimo que haya un montón de grupos musicales que son excelentes y aporten variedad y riqueza.

– En relación a ese camino tuyo ¿por qué nunca llegaste a la televisión?
– Tuve propuestas de televisión pero en ese momento no me focalicé allí porque sentía que mi camino iba por otro lado y eso es algo que me da mucho orgullo. En cambio tengo un canal de YouTube que tiene más de 150 mil suscriptores y eso a mí me sirvió un montón para crear herramientas, canciones y contenidos sanos y divertidos que es algo que me da mucha paz interior.





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