Exposición “Colores que curan” /Imagen cedida por el Hospital Universitario de Torrejón
El Hospital Universitario de Torrejón ha acogido la exposición “colores que curan”, un espacio que recoge diferentes obras de arte pacientes de cáncer de este centro sanitario. A través del taller de pintura, estos pacientes expresan mediante los colores y las formas sus emociones y su camino por la enfermedad.
“La acogida del taller y la exposición ha sido muy positiva. Hemos expuesto 33 cuadros de 20 pacientes diferentes, que incluso han regalado alguno de ellos al hospital. Entre los pacientes, hay quienes han superado el cáncer, otros siguen en el proceso y otros, desgraciadamente, ya no están con nosotros”, apunta Pablo Agulló, responsable del departamento de comunicación del Hospital Universitario de Torrejón.
La exposición estará disponible todo el mes de febrero en el área de oncología del mismo hospital.
Más allá del tratamiento
Esta iniciativa forma parte del Plan de Humanización del hospital en colaboración con la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Esta ha implementado el plan ya en 38 hospitales españoles. Además del taller de pintura, también imparten talleres de crochet, maquillaje y colocación de pañuelos, karaoke, lectura o macramé.
“La asociación está intentando humanizar todos los espacios posibles en España porque hay pacientes oncológicos en todos los hospitales. No es solamente que les pongan en tratamiento sino acompañarles a través de talleres”, explica Nerea Tabares, coordinadora de voluntarios de la AECC dentro del Hospital Universitario de Torrejón.
“Muchos de los voluntarios de los talleres han sido también pacientes o han tenido familiares con cáncer, porque según la estadística este afecta a uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres. Las propias pacientes son muchas veces el altavoz de las necesidades y los efectos de esta enfermedad, más allá de los médicos y las asociaciones”, apunta Nerea Tabares.
Los colores (y el espacio) que curan
EFEsalud ha tenido la oportunidad de hablar con dos de las pacientes de cáncer que han participado en el taller de pintura y han creado algunas de las obras de arte.
Las pinturas expuestas son fruto del taller de pintura dirigido por la artista Rosi Moreno, que da clases dos veces por semana.
Pilar
Pilar ha pintado un cuadro con libélulas y mariposas porque le gustan a su hijo. Para ella, es una actividad que le ayuda a desconectar y tener un espacio donde el foco no es su enfermedad.
“Mi familia alucina porque no creen que haya hecho esta pintura yo, pero siempre hay una primera vez para todo. Nunca es tarde para descubrir nuevas facetas tuyas que te hacen estar tranquila y a gusto contigo misma”, explica Pilar.
En este espacio cedido por el Ayuntamiento de Torrejón, los pacientes pueden pintar en un aula luminosa mientras su profesora les pone música italiana de fondo como Andrea Bocelli.
“Aquí entras y sabes que vas a un taller, el espacio no te recuerda que estás enferma como en el hospital”, matiza Pilar.
“Estas enfermedades graves te dejan unas secuelas físicas y emocionales con las que tienes que lidiar día a día y son imposible de vivir si no tienes apoyo. Los oncólogos te dan el tratamiento, pero son los talleres los que me acompañan en el día a día. Sin el apoyo que nos damos en los talleres, estaríamos mucho peor”, afirma Pilar.
Nuria
Nuria ha pintado un cuadro de un campo con una cabaña llena de color, porque como dice ella, “demasiados días grises tenemos ya”.
“Cuando voy al taller me siendo comprendida con gente de mi entorno, me permito llorar y dejar abrazar”, cuenta Nuria.
Estas clases están abiertas a todos los pacientes independientemente de si tienen experiencia pintando o no. Suponen un espacio donde pueden dedicarse a una actividad en silencio o charlar sobre sus procesos en la enfermedad. En definitiva, los talleres son también un espacio para escuchar y ser escuchado.
“Si no fuese por los talleres me quedaría en casa todo el día durmiendo. Salir y poder ir andando al aula de pintura no solo me ayuda a movilizarme sino también a no quedarme encerrada aunque últimamente he perdido movilidad en la muñeca y por esto voy más al taller de lectura que de pintura”, observa Nuria.
“Ya no cuento mis síntomas a mi familia porque no me entienden y sufro más. Cuando necesito un abrazo o que me escuchen, vengo a los talleres, lloro un poco y me vuelvo con una sonrisa. Yo no necesito un lazo rosa, yo lo que necesito es pintar un cuadro”, concluye Nuria.