A ocho años de su paso por nuestro país en el marco de Lollapalooza Argentina 2015, el DJ y productor británico Calvin Harris volvió a presentarse la noche de este domingo en la Argentina, en donde ofreció un set eminentemente bailable y rodeado de una impactante puesta que incluyó gráficas, humo, rayos láser y llamaradas de fuego, lo que convirtió al porteño Movistar Arena en una auténtica pista de baile.En una temporada veraniega que hacia finales de 2022 tuvo a Fatboy Slim y Claptone; que vio pasar en enero a David Guetta, días atrás a Tiësto y que para fines de marzo espera al alemán Paul Van Dyk; la estrella británica de las consolas confirmó en persona que Buenos Aires se consolida como una importante plaza para la música electrónica.
Al menos eso se pudo apreciar anoche en el estadio ubicado en Villa Crespo, que si bien no vio colmada su capacidad -no estaba habilitada la bandeja superior de plateas-, presentó un entusiasta marco tanto en el sector de campo, convertido para la ocasión en una disco, como en las plateas, en donde absolutamente nadie se quedó sentado a lo largo de las casi dos horas que duró el set.
En rigor de verdad, la fiesta se desató desde temprano, con distintos DJ sets que se fueron sucediendo desde las 19.15 hasta las 22.15, en donde destacaron Tyson O´Brien y MK, quienes dejaron la mesa servida para el británico.
El resto de la fiesta, que se extendió hasta pasada la medianoche, quedó en manos de Calvin Harris, quien fue directamente al hueso y apostó por una actuación plagada de hits, altos tempos y recurrentes explosiones musicales que pusieron a saltar al unísono a todos los presentes.
Con permanentes arengas, la estrella de la noche pidió palmas, silenció la música en algunos estribillos como invitación al público para que cante y reclamó por las linternas de los celulares prendidos en algunos pasaje puntuales.
Así, el artista fue trabajando cada clima aunque siempre con el objetivo de crear un suspenso in crescendo para desembocar en las mencionadas explosiones musicales de bombos en negra con tempos altísimos, las cuales tuvieron desde la audiencia su correspondiente respuesta de saltos al unísono y hasta una especie de pogo electrónico.
Por supuesto que para ello, el DJ británico echó mano a muchas de sus colaboraciones más famosas y una batería de temas que, en su esencia, transitan por el sendero de la canción pop, que evidencian en su ADN una relación de parentesco con el pop ochentoso de sintetizadores.
En ese plano, desde las consolas salieron las conocidas voces de Dua Lipa en «One Kiss», de Sam Smith en «Promises» o de Rihanna en «We Found Love» -uno de los pocos lanzamientos musicales de la cantante de Barbados en sus últimos años- y en «This Is What You Came For», por citar algunos ejemplos.
En la andanada de hits propios tampoco faltaron algunos ya clásicos del género como «How Deep Is Your Love», «Summer», «Blame» o «Feel So Close», algunos de ellos con la voz grabada del propio Harris, y cada uno muy celebrado por la audiencia.
El recuerdo y homenaje al malogrado colega Avicii, fallecido en 2018, llegó con la revisita de «I Could Be The One», uno de sus grandes éxitos.
También apareció en un momento culminante de la actuación el guiño rockero con el famoso riff de «Seven Nation Army», de The White Stripes, sobre el cual se montó para crear un remix con sello propio, también un obligado a esta altura en sus sets.
Lo cierto es que el artista evitó largos pasajes asociados a climas reposados, como suele ocurrir en otros DJ sets, y apostó a mínimos resquicios de menor intensidad solo para apuntalar la irrupción de algún estribillo o subidón rítmico.
Esto se vio reforzados con las gráficas que oscilaron entre las líneas abstractas o las imágenes de elementos de la naturaleza, concretamente el agua y el fuego; vegetación o el sol, entre otras, todas ellas de acuerdo a lo propuesto desde los parlantes.
A la vez, las sensaciones creadas a partir de las imágenes que disparaban las pantallas se corporizaron en muchos casos, como cuando el fuego virtual se volvió real a través de llamaradas escupidas desde los artefactos lanza humo apostados al frente del escenario.
Cuando parecía hacia la medianoche, tras una hora y media de show, que el set estaba llegando a su fin, Calvin Harris prolongó la fiesta por unos 20 minutos más a puro remix con «Aciiid», aunque la intención fue ir preparando el terreno para el punto final.
«Mi nombre es Calvin Harris», saludó el DJ sobre el final, como si hiciera falta presentación alguna, agradeció emocionado por la respuesta del público, pidió celulares encendidos y extendió una bandera argentina, que luego apoyó prolijamente doblada sobre su consola.
Sin embargo, había tiempo para una última canción, su más reciente creación, según sus propias palabras. Se trató de «Miracle», un corte con alguna reminiscencia devocional, que cuenta con la voz de Ellie Goulding como gran invitada.
Poco antes de las 00.30, Calvin Harris decretó el final de la jornada y miles de pies cansados pero felices fueron abandonando el estadio; en ambos casos, con la certeza que, a juzgar por los resultados, no volverán a pasar ocho años para que vuelvan a verse cara a cara.