Cada vez que viajaba, Borges soñaba con Barrio Sur. Soñaba con la calle México, tal vez con Perú, con el empedrado de los orígenes de Buenos Aires; con esquinas y casas desde las que espiar el universo, con laberintos construidos con libros de la Biblioteca Nacional. Para Borges Barrio Sur no era distinto. Era esencial. Esencial porque siempre soñaba con él. Porque así estuviera en Edibumburgo o en Texas, en Venecia o en Japón, algo suyo siempre quedaba allí.Tal vez todavía haya algo de Borges en México casi Bolívar, en lo que ahora se conoce como barrio porteño de Monserrat. Un enorme ventanal desde el que se ven estantes repletos de libros, una mesa cubierta por ejemplares artesanales, una pequeña Minerva tipográfica a palanca. Tal vez haya algo de Borges en la Librería e Imprenta Barrio Sur (México 502).
Agustín D’Ambrosio, librero, y Paula Vergottini, diseñadora gráfica, los hacedores de ese lugar en el que se unen la librería anticuaria y la imprenta tipográfica, relatan con esmero la historia de Borges. Quizás porque están convencidos de que los libros que diseñan, imprimen y leen con pasión se mueven bajo el influjo borgeano.
Barrio Sur nació durante la pandemia de la fusión de la imprenta tipográfica Papel Principal, que llevaba adelante Vergottini junto a Natalia Raíces, y de la librería anticuaria Montevideo Club, de D’Ambrosio y Sabrina Sangineti.
Papel Principal funcionó durante más de 10 años sobre la calle Chile, y nació para recuperar el oficio de impresión tipográfica. En tanto que Montevideo Club surgió en 2015 con la intención de vender libros “raros y de ocasión”.
“Buscamos poner en relación pasado y presente de la cultura impresa en San Telmo, que le dio origen a la cultura impresa porteña. Nos gusta recuperar el trabajo artesanal, un mismo espacio y equipo de trabajo haciendo libros y poniéndolos a la venta en el mismo lugar”, cuenta D’Ambrosio a Télam.
“Así funcionaba la imprenta de los Niños Expósitos en la Buenos Aires colonial y también las imprentas y librerías del siglo XIX, como la Imprenta y Librería de Mayo, de Carlos Casavalle”, agrega quien, junto a Vergottini es uno de los organizadores de la Feria del Libro Raro que se desarrollará en la Galería Ruth Benzacar este fin de semana.
El aura del original
La Librería e Imprenta Barrio Sur se asoma al empedrado de la calle México, en una cuadra regida por la soberanía del libro. A pocos metros se encuentra la casa donde tuvo su sede la Sociedad Argentina de Escritores entre 1945 y 1971 y, un poco más allá, el edificio donde funcionó la Biblioteca Nacional entre 1901 y 1993.El local tiene unos 8.000 libros antiguos, raros y artesanales. Los más añejos datan del siglo XVIII. Los títulos son amplios, van desde la literatura y el ensayo hasta el arte y la botánica. Entre todos ellos se destacan primeras ediciones, ejemplares firmados por sus autores, títulos curiosos y rarezas.
“Un libro raro se define por la escases, es un libro que solo e infrecuentemente se encuentra a la venta”Agustín D’Ambrosio, librero
“Nos inspiramos en momentos fuertes de la cultura impresa argentina; en un momento de reconfiguración, donde las tecnologías digitales modifican el conjunto de nuestras vidas, encontrar prácticas y caminos en la tradición de la cultura impresa que se puedan recuperar”, asegura D’Ambrosio.
La apuesta es concebir el libro como un objeto estético, recuperando texturas, formas y tonos que se fueron perdiendo vitalidad con la uniformidad que impone la producción en serie. Recuperar el aura de lo artesanal, del original.
“Recuperamos la tradición de imprimir libros de manera manual, letra por letra, con tipos individuales de plomo. Un trabajo artesanal que lleva tiempo, pero que te permite hacer cosas que no podés hacer en una computadora, efectos de bajo relieve o trabajar con papeles que no podés imprimir en otro lado”, describe Vergottini a Télam.
Una rareza de Juan Filloy
Los ejemplares firmados por sus autores destacan entre las rarezas que pueden habitar un libro. En Barrio Sur hay uno de estos casos, una primera edición de “Karcino. Tratado de Palindromía”, de Juan Filloy.
El escritor cordobés, que también hacía ediciones privadas de sus libros encargándose del diseño y la encuadernación, firmó con trazo tembloroso un ejemplar de “Karcino” en 1997, con 103 años, que está en Barrio Sur.
Las dedicatorias forman parte del anecdotario de Filloy. Cuando publicó su primera novela, “Estafen” (1931), envió un ejemplar a Jorge Luis Borges en el que escribió: “Con afecto, Juan”. Tiempo después, encontró un ejemplar de “Estafen” en una librería porteña. Grande fue su sorpresa cuando encontró en la primera página la dedicatoria que había escrito a Borges.
Filloy, un escritor de culto por la poca difusión que tuvo su obra, compró el ejemplar y se dispuso a enviar nuevamente el libro al autor de “Ficciones”. Esta vez con una nueva dedicatoria: “Con renovado afecto, Juan”.
Tradición y modernidad
El libro de convierte así en un objeto valioso por su propia conformación, que en el caso de Barrio Sur recupera la tradición tipográfica argentina. “Nos interesa explorar los orígenes de la cultura impresa rioplatense, ya que estamos todo el tiempo con una mirada muy europea sobre la imprenta y el diseño. Es muy interesante apropiarse de esas experiencias convirtiéndolas en un punto de partida”, explica Vergottini.
D’Agostino especifica que recuperan dos momentos, ”uno es el del origen, en las misiones jesuítico-guaraníes, en el año 1700 y en condiciones muy difíciles; se componían libros muy interesantes, incluso con ilustraciones, con tipos propios hechos de estaño, y con textos en castellano, guaraní y latín, usando imprentas que se construían allí mismo”.
“El otro momento es la tradición de la imprenta Coni, que estaba acá a la vuelta, sobre la calle Perú. Es la imprenta más longeva del país. Los Coni imprimieron a lo largo de tres generaciones a partir de 1850. Pablo Emilio Coni desarrolló un estilo, que después continuarán sus hijos, que podemos definir como refinado en términos tipográficos”.
Confeccionar un libro de manera artesanal tiene tiempos largos si se los compara con la inmediatez de lo actual. Sin embargo, Barrio Sur tiene su propio proyecto editorial a través del cual se imprimen libros completos de este modo, armando cada página letra por letra. “Creo que en la Argentina nadie hace algo así y en el mundo es muy difícil encontrarlo”, agregan al unísono con satisfacción.
“Nos apropiamos de tipografías muy antiguas de plomo y las actualizamos. Es lo que hicimos con el logo de la Feria del Libro Raro. Elegimos Semplicitá, diseñada por Alessandro Butti en 1928, una tipografía sans serif geométrica en boga entre los diseñadores europeos de la época y que tuvo particular éxito en publicidad. Hicimos un rediseño de la tipografía en diálogo con la tradición”, detalla Vergottini.
Y agrega: “El tiempo que lleva diseñar un libro artesanal depende la complejidad de lo que hagas. Estas diseñando sin pantalla, tal vez si conoces la tipografía que estás usando no necesites hacer una prueba de impresión, pero es variable, en cualquier caso lleva mucho tiempo”.
Únicos y raros
Barrio Sur es también una librería anticuaria. Allí pueden encontrarse libros raros o curiosos que forman parte de su catálogo de editoriales artesanales. Entre ellos se destacan ejemplares de “Karcino”, de Juan Filloy, firmados por el propio autor; “El arte de escribir”, un tratado de caligrafía de fines del siglo XVIII de Juan Antonio de la Riva; o “La cabeza de Goliat”, de Ezequiel Martínez Estrada, firmado por el autor y en edición inhallable.
Pero el libro raro es la niña mimada de la librería y el leiv motiv de la Feria. “Un libro raro se define por la escasez, un libro que solo e infrecuentemente se encuentra a la venta”, define D’Ambrosio, quien precisa que “un libro raro ocupa un lugar más alto que un libro difícil y más bajo que uno inhallable”.
“Recuperamos la tradición de imprimir libros de manera manual, letra por letra, con tipos individuales de plomo”Paula Vergottini, diseñadora gráfica
También hay libros que nacen raros. “Son los libros hechos en base a criterios bibliófilos; tienen tiradas cortas (a veces solo 15 o 30 ejemplares)”. “El cruce entre las librerías anticuarias, especializadas en primeras ediciones, coleccionables, curiosos, y las editoriales que hacen sus libros a mano, de manera artesanal, con tiradas cortas, es lo que nos interesa exponer en la Feria, el cruce entre esos dos tipos de libros”, precisa.
En Barrio Sur creen que los libros artesanales y aquellos que se producen de manera industrial conviven mal en las librerías convencionales porque se pierde el proceso de confección. “Acá uno entra y encuentra máquinas, prensas, tipografías, algo que remite mucho más a cómo se hacen los libros, por eso somos una librería que reúna y venda la producción artesanal”, destaca Vergottini.
Todo en una Feria
La Feria del Libro Raro, que se realizará el 5 y 6 de noviembre en la Galería Ruth Benzacar de Villa Crespo con la participación de 30 librerías y editoriales anticuarias y artesanales, es una suerte de extensión del proyecto de Barrio Sur.
El antecedente del encuentro hay buscarlo en diciembre de 2021 con la realización de la Feria del Libro Raro y Moderno. Pero esta vez la muestra se centrará en el cruce entre librerías anticuarias y editoriales artesanales del que también participarán imprentas. Tal es el caso de “Rescate”, que imprime con tipografía de plomo y madera, o “Calos”, que reproduce con plomo en una linotipo.
“La Feria –explica D’Ambrosio- es una oportunidad para encontrar libros que no vamos a encontrar en librerías. Libros antiguos, coleccionables, curiosos, primeras ediciones, ejemplares firmados, a lo que se suman producciones artesanales que tampoco suelen encontrarse en librerías”.
En contra de lo que puede suponerse, adquirir tipo de ediciones no es prohibitivo. “Por más que los libros estén encuadernados a mano o las tapas impresas en serigrafía, tienen un valor de venta acorde y que rompe con la idea de que se trata de circuito aristocrático destinado a quienes tienen mucho dinero”, subraya Vergottini.
Además de conocer proyectos de edición e impresión, y de acceder a libros raros, quienes visiten la Feria podrán protagonizar su propia experiencia de impresión. “Vamos a llevar una prensa Minerva manual para que todos pueda imprimir”, adelantan los organizadores.
Tocar, mirar, leer
Cuando la producción en serie uniformiza y priva de matices, los libros artesanales pueden significar la posibilidad de recuperar una relación más personal e íntima tanto con lectura como con la escritura.
“Me parece interesante recuperar el vínculo con la materialidad del libro y con la experiencia táctil que acompaña la experiencia de la lectura”, dice Vergottini, quien destaca la posibilidad de “salir un poco de la pantalla leyendo un libro encuadernado a mano y con tapas impresas en serigrafía”.
La Feria del Libro Raro reunirá a 30 librerías anticuarias y editoriales artesanales.
“Los proyectos editoriales artesanales no son comerciales sino pasionales, producidos por el interés tanto en el objeto-libro como en su contenido. Cada título es una selección pensada a partir de lo que más les gusta e interesa a quienes lo hacen. Un cruce entre el contenido y la materialización de ese libro, un cruce marcado por el amor”, suma D’Agostino.
Un libro es un artefacto en el que podemos leer, pero también tocar, mirar y oler. Una posibilidad de que aquel lugar al que nos llevan sus páginas sea algo más que la multiplicación de palabras en un pedazo de papel. Algo que, como el Barrio Sur en los sueños de Borges, queda para siempre.
Mala Vida
Entre las rarezas que podrán verse en la Feria del Libro Raro se encuentra la primera edición de “La mala vida en Buenos Aires” (1908, Juan Roldán Editor), de Eusebio Gómez, cuyo texto es precedido por un prólogo de José Ingenieros.
“Es un exponente de la criminología positivista de comienzos de siglo, que hoy puede parecernos plagado de prejuicios y poco científico pero que, sin embargo, y quizás a su pesar, documenta existencias marginadas y las preserva para que podamos leer sus páginas con otros ojos”, asegura Agustín D’Agostino, librero y uno de los organizadores de la Feria.
Repasando el trabajo, D’Agostino advierte que “vale la pena destacar los pasos referidos a ‘la bella Otero’, una mujer trans que vestía según la moda elegante de comienzos del siglo pasado, al igual que los fragmentos de su singular e ingenioso discurso conservados en este curioso libro”.
Lo que hay que saber
• La Feria del Libro Raro se realizará el sábado 5 y el domingo 6 de noviembre en la Galería Ruth Benzacar, Juan Ramírez Velasco 1287, en el barrio porteño de Villa Crespo.
• Con entrada libre y gratuita, abrirá sus puertas de 14 a 20.
• Habrá unos 30 espacios destinados a librerías anticuarias especializadas en primeras ediciones, ejemplares firmados por sus autores y libros antiguos o curiosos.