Tras 14 allanamientos que incluyeron un helicóptero de la División Aérea con cámaras infrarrojas a causa de la complejidad de la zona en la que se realizó el procedimiento, los agentes arrestaron al segundo en la línea jerárquica junto a Alfirio Molinas Méndez y Amarilla Fereira, presuntos cómplices.
Al mismo tiempo, la Bonaerense secuestró municiones, una escopeta, un revólver y una pistola en el lugar que funcionaba como búnker. Además, incautaron pasta base, cocaína, marihuana, celulares y una balanza digital.
De acuerdo al expediente, “El Comandante” Benítez manejaría una clásica estructura narco con bolseros y soldados desplegados en canchitas de fútbol. El supuesto líder se movía entre las sombras. Si bien no tenía empleos en blanco, se dedicaba a la construcción, pero tanto en ese ambiente como en el criminal ocultaba su verdadera identidad utilizando su nombre ficticio, Jorge Cano.
Las víctimas trabajaban para Benítez. En el caso de Peralta, realizaba viajes a Buenos Aires, conseguía droga y luego los distribuía en los puntos de venta que administraba Benítez. El ciudadano paraguayo se movía en un Volkswagen Suran que está a nombre del capo, quien le pedía que evitara las autopistas, las cámaras viales y los controles policiales. Pero la víctima pocas veces le hacía caso. Por otra parte, ocasionalmente se quedaba con parte de la droga para revenderla a su propia clientela y también para consumo propio.
Esas situaciones quedaron certificadas en mensajes de voz que se hallaron en los teléfonos de los imputados y Peralta. “En los audios, en guaraní, Benítez le recriminaba a Peralta que estaba poniendo en peligro toda su estructura operacional, al conducir por lugares controlados por cámaras, peajes o presencia policial cuando transportaba los estupefacientes. La relación empeoró cuando descubrió que Peralta le robaba parte de las drogas para beneficio propio”, aseguraron investigadores
Días después de ese reproche, la pareja fue hallada muerta en el descampado. Respecto de la mujer, se cree que se encontraba presente cuando mataron a Peralta y que también la asesinaron para que no fuera un cabo suelto. Tanto el hombre como la ciudadana peruana habían sido arrestados en septiembre del año pasado por robar de cables. Él, además, tenía antecedentes por amenazas, usurpación y tenencia ilegal de arma de fuego. Eran vecinos de Benítez.
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