Odio. Dice el Direccionario de la Real Academia: «Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea». Entre los sinónimos enlista:
aborrecimiento, animadversión, rencor, abominación, antipatía, desprecio, inquina, encono, rabia; tirria. Cuántas de estas acepciones del concepto genérico se pueden identificar en el discurso de La Libertad Avanza desde el período de la campaña electoral hasta la asunción al poder y aún hoy en ejercicio del mandato. No es necesario un repaso muy a fondo, los ejemplos surgen a borbotones, claros y contundentes. Si hacía falta alguna señal más para confirmar que Javier Gerardo Milei encabeza un movimiento político que cabalga sobre estos briosos corceles, el fin de semana se produjo una concreta demostración con la irrupción de «Las fuerzas del Cielo», una agrupación partidaria que se autodefinió como «el brazo armado de La Libertad Avanza».
Durante el acto de lanzamiento del partido, que se llevó a cabo el sábado en la localidad de San Miguel, en el Gran Buenos Aires, «el Gordo Dan» que es un operador libertario llamado Daniel Parisini, explicó el ideario del espacio que se presentó con tono y estética fascista. Con consignas como «Dios, patria y familia» el influencer aseguró que serán la «guardia pretoriana del presidente Javier Milei» y agregó: «Somos tus soldados más leales, los que estuvieron desde un principio y vamos a estar hasta el final».
Además del mencionado Parisini, también estuvieron Agustín Laje, Alejandro Álvarez, Agustín Romo y Nahuel Sotelo. «De un lado estamos los que defendemos la vida y la dignidad humana; y del otro lado están los zurdos hijos de puta. Lo mínimo que podemos hacer con ellos es insultarlos», dijo Laje.
En este punto corresponde refrescar qué fue la guardia pretoriana. En Roma, constituían una escolta que protegía a un comandante del ejército o un gobernante. Su nombre deriva de la tienda del comandante, un praetorium. Esta pequeña formación creció en número y durante la época de los Césares se convirtieron en una fuerza poderosa y temida. A fin de cuentas eran militares armados alrededor del emperador de Roma. Al contrario de sus funciones como protectores, en ocasiones los pretorianos llevaron a cabo rebeliones y conjuras para deponer al emperador y sustituirlo por el candidato que a ellos les interesaba.
Cualquier similitud con «el Gordo Dan», quien se ha ocupado de desestabilizar y hacer caer funcionarios, no es pura casualidad. El teatro de operaciones de los pretorianos libertarios es en las redes sociales, desde allí vigilan, cancelan, castigan, y no tardarán también en conspirar.
Es un terreno resbaladizo el que eligió transitar el gobierno, el propio Presidente también se mueve por esos senderos. ¿Cuánto tardarán los pretorianos para abandonar la virtualidad y dar el salto a tierra firme para seguir con la batalla cultural?
Hay suficientes antecedentes en la historia mundial que evidencian que los muy comprometidos terminan en el fanatismo extremista. Pasar de la iluminación a la alienación no tiene freno, salvo el sentido común. El odio es un combustible poderoso, si no es el gobierno el que corte el dispendio, lo tendrá que hacer la propia sociedad.
Sobre esto escribió el ex canciller Rafael Bielsa. Su análisis es una señal de alerta: «El mundo es un lugar peligroso, cada día más, aunque no tanto a causa de los que hacen el mal, sino por culpa de aquellos que no tratan de evitarlo, pensó Albert Einstein. Por paradojas como esta es que hay que aumentar masa muscular en la producción cultural, para poner a salvo lo que somos respecto del brazo armado que se opone. Rara vez el odio usa la máscara del coraje como propia. Habrá que ver con cuál aparece cuando mire y ya no haya amor por la servidumbre, ni aceptación de la obediencia indebida».