Del viernes pasado a esta parte se detuvo a 28 personas y la cantidad de celulares secuestrados –por dar un ejemplo– llegan al centenar. Pero no todos quedaron presos. Este lunes la lista se redujo a 18 nombres (más un menor edad), muchos de ellos acusados de delitos descubiertos durante los operativos como «portación de arma de guerra», «posesión de drogas» o «encubrimiento» (por tener algo robado).
Pero no todo fue al tun tun.
En uno de los allanamientos del fin de semana –con los que las autoridades buscan frenar la seguidilla de homicidios sicariales a inocentes– se descubrió que a los taxistas los habían matado con balas 9 milímetros de la Policía local. Se sabe eso porque las balas llevaban grabada la sigla PSF. ¿Habían sido robadas? ¿Las usaron como un mensaje?
En otro allanamiento se encontró la moto desde la cual atacaron al colectivero con un arma calibre .38 y el pantalón de jogging de uno de los atacantes, que quedaron grabados por las cámaras de seguridad.
Incluso –durante estos cuatro frenéticos días– se logró identificar y detener al dueño de la línea del celular desde el cual se había pedido el viaje a uno de los taxistas asesinados.
A esta altura de lo acontecimientos parece que sobra voluntad política de luchar con los narcos. Sin embargo, escasean pistas firmes para llegar a el o los cerebros de los últimos ataques. «La verdad es que no sabemos aun quién esta detrás de esas muertes o si los cuatro homicidios tiene la misma motivación», confiaron –con diferencia de algunas palabras (no conceptos)– tres fuentes del caso a Clarín.
La imagen del muy joven sicario encapuchado yendo derecho a matar al playero Bruno Bussanich conmovió más que cualquier estadística criminal. Pocos recuerdan que estos asesinatos a inocentes tiene al menos dos antecedentes registrados en febrero y julio de 2023.
En ambos casos, capos narcos presos encargaron homicidios aleatorios a inocentes solo motivados por la necesidad de generar terror en la población («puede pasarle a cualquiera») o mandar un mensaje a una banda rival.
Algo parecido estaría ocurriendo ahora. Muchos consideran que las muertes (o al menos alguna de las cuatro) serían represalias por el endurecimiento de las condiciones de detención de los narcos rosarinos alojados tanto en las cárceles federales como en las santafesinas.
Es más, uno de los traficantes señalados en uno de esos homicidios de 2023, Leandro «El Gordo» Vilches –actualmente preso en el Complejo Penitenciaro I de Ezeiza– es nombrado insistentemente en estos días como posible autor de la ultima seguidilla de crímenes que conmueve Rosario.
Eso sí, los que repiten el dato reconocen que pruebas concretas contra él no hay.
Plata a cambio de «matar a cualquiera»
En su momento Vilches fue acusado por los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra de estar detrás del crimen de Lorenzo «Jimi» Altamirano (28) ocurrido el primero de febrero de 2023.
Altamirano era músico y artista callejero. Fue elegido como víctima al azar. Lo secuestraron en un auto y lo fusilaron luego a metros de la puerta 6 del Coloso Marcelo Bielsa (la cancha de Newell´s Old Boys).
La trama que se descubrió detrás de esa muerte es terrorífica: una facción de «Los Monos» liderada por «El Gordo» Vilches y Pablo Nicolás Camino –presos por entonces en el penal de Rawson– le tiró el muerto a otra facción liderada por Damián «Toro» Escobar y Leandro «Pollo» Vinardi.
Lo hicieron como una demostración de poder contra el otro grupo, ligado a la barra de Newell’s, con quien los enfrentaba a una deuda de 60 mil dólares por una carga de drogas perdida.
«Jimi» murió sin tener nada que ver con los motivos por los que lo mataron. Y pudo ser él o cualquiera.
Pocos meses después, el 23 de julio de 2023, sicarios dispararon contra la bailarina de danzas árabes Virginia Ferreyra (32) y su madre, Claudia Deldebbio (58) que estaban en una parada de colectivo. Esta ultima murió al instante y su hija tiempo después debido a la gravedad de sus heridas.
Al principio se dijo que las víctimas habían quedado en el medio de un tiroteo entre bandas, pero la realidad fue mas siniestra: René Ungaro, líder de su propio clan había ofrecido 30 mil pesos para quien matara a cualquier persona como un mensaje de fuerza en el barrio Parque Mercado.
Lo hizo desde un celular ilegal que tenia en el Complejo Penitenciario I de Ezeiza triangulando la conversación con un cómplice detenido en el penal de Coronda. De allí partió finalmente el «contrato».
Para cobrar la recompensa los asesinos dispararon contra las mujeres. Cuando murió Deldebbio cobraron 30 mil y cuando, a los dos meses falleció Virginia, reclamaron el bonus de 30 mil pesos extra.
Pura crueldad, la misma que se ve en el video que muestra los últimos segundos de vida del playero Bruno Bussanich.